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Fantasea: la mujer se enamora de su retrato, pero ¿su retrato puede ser considerado "él"?
Giorgio Manganelli, "69", Centuria, Cien breves novelas-río, Anagrama, 2011, p. 144.
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Como cabía esperar, hace días que
no come apenas, duerme a trompicones y parece más pálido que de costumbre.
Dicen que fantasea, que no atiende cuando requieren sus servicios. También
dicen que se ha perdido, y que probablemente ya no vuelva a ser quien fue. ¡Dicen
tantas cosas!
Yo sólo sé que desde hace unos
meses, el viejo anda distraído. Sus razones tendrá, desde luego, pero no dudo
de que siga tan cuerdo y lúcido como siempre, y de hecho considero que si ahora
ha decidido pasar todas las tardes en compañía de esa planta, ello no puede
significar más que se siente a gusto a su lado. ¿Qué otra cosa si no podría
querer decir?
Su nieta dice que está
enamorado. No de la planta, claro, sino de la gran cantidad de recuerdos
que la bendita sombra que proyecta es capaz de propiciar en el viejo. Que esa
planta de aspecto vulgar tiene el poder de convocar, en forma de recuerdos,
ensueños y figuraciones, la que fuera el gran amor de su juventud. Y que a la
noche el abuelo llora su desconsuelo. Quién sabe por qué suceden
determinadas cosas. Yo lo ignoro al menos.
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