sábado, 28 de agosto de 2010

Haber soñado


El sueño
Calisto soñó con Melibea: la soñó rendida, gozada.
Al día siguiente, de casualidad, la encontró en un jardín.
Con los derechos que le daba el haber soñado
tan íntimamente con ella, comenzó a seducirla.
Llevó más tiempo, pero a la larga fue lo mismo que en el sueño.

Enrique Anderson Imbert, La sandía y otros cuentos,
Editorial Galerna, Buenos Aires, 1969, p. 148.
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Haber soñado
Melibea soñó con Calisto: rendida, gozaba en sueños de los jardines que él le daba. Pero a la larga comenzó el sueño a ser lo mismo que el día, tan derecho. Mas íntimamente la seducía soñando con él en un tiempo siguiente.
La casualidad la llevó a encontrarse con ello.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"