domingo, 6 de diciembre de 2009

El que ahora soy

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Y tú, ¿quién eres?
El ALMA de la montaña, me pareció que decía entre susurros de hojarasca y serpenteantes siseos de lombriz.
¿El arpa de la montaña, dices?
No, el A-L-M-A de la montaña, insistieron otros susurros semejantes, algo más graves.
¿Y en qué consiste exactamente ser el héroe de la montaña?
En convencerme un día y otro de que no hay posibilidad de entendimiento, pareció gritarme, el muy insolente.
¿Estás enfadado conmigo?, alcancé a interrogar.
Sólo por el hecho de pertenecer a tan malograda especie, remachó.
¿Y no te cansas de gruñir todo el día?, pude preguntarle aún. Pero esta vez no quiso responderme. Era como si la fuente en cuyas aguas saciaba mi sed se hubiera secado de golpe. El héroe de la montaña había decidido abrir su boca de lobo y zampárseme sin más.


Desde que habito esta gruta he desarrollado asombrosamente mi olfato y oído, al margen de que mi vista haya empeorado. Y aunque este demonio de la montaña insista en llamarme Topollillo, yo hago como si no lo oyera. Sé que un día u otro me vendrán a rescatar.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"