lunes, 12 de diciembre de 2011

Puro tecnicismo

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Ese señor con buena presencia nacido a mediados del siglo pasado de sonrisa arrebatadora, y ello sin tener que renunciar a dar muestras de carácter siempre que la situación lo requiera; ese mismo que todas las mañanas saluda al portero de su casa con gesto amable o a la viejecita del segundo cuando se la cruza, y que más de una vez ha tenido que sostener la pesada puerta de acceso al edificio para que el perrito de lanas de la anciana de lanas no sufriera ningún percance; ese caballero de aspecto corriente y hasta un punto vulgar, de acuerdo con la segunda acepción del DRAE, esto es, «común o general, por contraposición a especial técnico»; ese que justo ahora se rasca la oreja y se mide el perfil del estómago frente al espejo, con ganas de meterse en la ducha e irse a trabajar; ese en fin que duda entre desayunar un pastelillo de cabello de ángel o una taza de café negro con su correspondiente zumo de naranja, y no ese otro greñudo y con el ceño fruncido que ha enfilado el pasillo en dirección al baño dando un portazo, un misterio de hombre ese tipo, acaba de descubrir con fastidio que no tiene entidad suficiente para convertirse en el protagonista absoluto de esta historia especial.
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* La ilustración es obra de Veronica Leonetti, de su bitácora La muerte del espejo.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"