sábado, 1 de mayo de 2010

Desacuerdo

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Ella hacía tiempo que engordaba sin parar, a un ritmo siniestro. Él iba apagándose imperceptiblemente, como si no quisiera hacerse notar por tamaña nadería. La historia entre ambos concluyó un día cualquiera: disuelto el cuerpo de él bajo sucesivas capas de sábanas revueltas, empapadas en litros, en mares, en océanos y espumas de sudor.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"