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Ella hacía tiempo que engordaba sin parar, a un ritmo siniestro. Él iba apagándose imperceptiblemente, como si no quisiera hacerse notar por tamaña nadería. La historia entre ambos concluyó un día cualquiera: disuelto el cuerpo de él bajo sucesivas capas de sábanas revueltas, empapadas en litros, en mares, en océanos y espumas de sudor.
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¿Y él? ¿No explotó de gordo?
ResponderEliminarSalud y República
Estupendo relato la desapración de uno de los personajes me deja en abierto que ocurrió con el otro. Ya empiezo a imaginarlo con una deseperación tan inmensa cmo su cuerpo buscando entre las sábanas a la personita que le hacía sentirse vivo.
ResponderEliminarLa verdad es que yo veo a los dos desaparecidos: uno licuado y la otra vaporizada, se diría. Si es que, en una pareja, cuando lo único sólido es la cama...
ResponderEliminarQue lo leo, lo relo, y no paro de mirar la foto que hoy se me hace especialmente esencial por esa espuma, por esas ondas. ¿Terminada la historia se aparecerá ella en otra, o la desaparición sudada será vital?
ResponderEliminarBesazos.
Hay formas y formas de amarse. Yo más que una desavenencia veo una conjunción infinita una mezcla explosiva.
ResponderEliminarMuaccc
Montones de veces lo he visto, no la desaparición real y final, sino el proceso. Un miembro de la pareja crece y el otro se consume: un trasvase de energía, de capacidad, de poder. No hay que acercarse a los vampiros si no quieres convertirte en zombi.
ResponderEliminarA sus pies, señora escritora de micros, que no microescritora.
Curiosísimo tu texto. Y la lectura se complementa muy bien con algunos comentarios. Me dan alguna luz. Me han hecho pensar, sobre todo, los de Juan Esnaola y Nan. Qué cierta la tendencia "vampírica" (a veces no intencionada) de algunos individuos. ¿Es culpa suya? Hay que ser muy fuerte para mantenerse al lado de alguien con más capacidad de crecer que tú. En el fondo, desde que nacemos, somos pequeños vampiros que aprendemos de los demás. Es la única forma de crecer. Lo malo es engordar, jeje.
ResponderEliminarBesos.
Pues mira, yo te cito a Ernst Lubitsch, aunque sea de memoria (y por lo tanto con imperfecciones), quien, en una de sus películas, salva el tema con su clásico humor germánico:
ResponderEliminar“Cariño, el día en que viniste a casa de mis padres y me raptaste para llevarme contigo, supe que sería tuya para siempre. Ah, pero el día en que empezaste a echar barriga, supe que serías mío para toda la vida.”
Un abrazo, Gemma.
Rafa, jaja; no habría que descartarlo en absoluto. ;-p
ResponderEliminarUn beso no menos gordo
Isabel, me gusta mucho descubrir que no coincidís entre vosotros a la hora de comentar... Supongo que, de acuerdo con tu lectura, el pobre se quedará desolado... ;-)
Un abrazo
Jesús, en efecto. Así lo veo yo también. Y sin embargo, leyendo el comentario de Isabel, a posteriori tampoco me ha parecido mal su interpretación. Sé bienvenido. Ella desaparece como le ocurre al "hombre menguante". Pensé que si, a su vez, él lo hacía por el procedimiento inverso, la desesperación resultaba aún mayor. Aunque yo no me propuse que se licuara enterito -pobrecín-, sino más bien que desapareciera por culpa de su aumento desorbitado e imparable... Saludos cordiales
Jaja, Izaskun. en principio no tenía previsto resucitarlos, pero es cierto que esta serie botánica está adquiriendo visos de folletín... ;-P
Un besazo renovable para ti
Anabel, eso te pasa a ti, que debes mirar siempre con muy buenos ojos. Sea como fuere, no cuestiono tanto que se amen, como que lo hagan sin demasiado acierto (ni acuerdo). ;-)
Un beso
Nano, también me gusta tu lectura. En efecto, cabría interpretar el proceso por el que pasa esta pareja como un caso de vampirismo irreversible, sí.
Besos y abrazos (en aumento siempre, no temas) ;-P
Olga, me quedo con tu vuelta de tuerca. Somos vampiros en tanto que animalillos presuntamente racionales, sí; pero me concederás que algunos resultan más peligrosos o aniquiladores que otros. Para mí, el vampiro ideal -en caso de existir- sería aquel capaz de ser, al mismo tiempo, vampirizado. ;-P Besos, sister
Jaja, Pedro. Muy acertado el comentario de Lubitsch. (Y tan real, jaja). Un beso
¡Qué bueno, Gemma! Menuda metáfora de la vida en pareja ( en algunas parejas)
ResponderEliminarTal vez ambos reaparezcan en otra dimensión pero con los papeles cambiados.
Araceli, hay situaciones que no sólo se revelan irreconciliables, sino acaso abismales (de tan alejados que se hallan los puntos de vista respectivos...)
ResponderEliminarBesos
Afortunadamente existen aguas de rescate, que lo limpian y renuevan todo.
ResponderEliminarGemma, porque el agua profunda desvanece, y las angustias de dos chocan en la orilla, porque los dedos se mojan de distinta manera, tu texto refleja en el estanque la realidad que nos rondea.
ResponderEliminarAbrazos diluidos.
Sergio Astorga
Jaja, Verónica. Pues no había pensado en ello, pero así es (o debería poder ser). Un abrazo
ResponderEliminarSergio, habrá que sumergirse en esas aguas pantanosas para rescatar la verdad del fondo. ;-P
Un besazo
Y peor si roncan...ja ja.
ResponderEliminarMuy bueno el micro.
Abrazo.
Gracias, Fabiana.
ResponderEliminarAbrazos de vuelta
Estupendo el micro y es que hay amores que matan o ahogan.Besos.
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