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miércoles, 18 de septiembre de 2013

En recuerdo de JUAN LUIS PANERO


“Luz de septiembre”

No era el deseo, no era la ternura
que después de los años levemente nos roza.
No era el amor ni la feliz claridad de aquellos días, 
no era la soledad, tampoco la tristeza.
Quizá no era nada, un ligero temblor
recorriendo mi piel hasta más allá de tu sonrisa,
un instante tan sólo arrebatado al tiempo,
la desolada transparencia de unos ojos.
Torpes como el que ebrio cae al agua
y en lo irreal, titubeante, se aferra,
eligiendo fugaz entre el cansancio
y la vida que sube por su pecho,
así flotaban nuestras palabras,
así escuchábamos el silencio oculto en ellas.
Luz de septiembre tras las ocres cortinas,
luz roja resplandeciente en tus cabellos.
No era el amor, no era el deseo,
sino algo más poderoso,
la certidumbre de lo que pudo ser.
De lo que un momento en nuestras manos
poder de realidad y sueños tuvo
y que ahora, con arañado menester, nos acerca,
y nos llama, inútilmente,
lo mismo que si fuera el corazón de una campana
doblando en el silencio de la noche.


JUAN LUIS PANERO

domingo, 28 de junio de 2009

Hasta siempre, Manuel

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Paz nos ha dado la noticia, pero yo le agradezco que haya tenido el valor de transmitírnosla. Rafa le ha dedicado, a su vez, un sentido homenaje. Y con él, Antonio, y La Virgen Sobrecogida -felizmente instalada en casa de Ángel-, y María, y Juanje...
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Manuel Ortiz, de Apuntes de bolsillo, falleció el pasado 26 de junio por la tarde en su casa, a consecuencia de un cáncer de pulmón, dormido y en compañía de Lola, su mujer. Me duele su pérdida como duelen las pérdidas de los amigos. Éramos muchos quienes seguíamos su magnífica bitácora, activa y dialogante con los lectores. Llegado el momento, nos brindaría la oportunidad de tratarlo en privado, y si bien la ocasión no se avino a que nos conociéramos en persona tal como deseábamos, siempre lo sentí cercano. La enfermedad dificultaría ese encuentro, pues Manuel vivía en Palma de Mallorca.
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Periodista de raza como su hermano Javier, Manuel se mostró siempre atento e implacable con el sinsentido y la injusticia, o la misma mezquindad que aquejaba a la clase política, así como en su preocupación por la situación internacional y el desarrollo accidentado de la sociedad española. Amante del jazz y de la tecnología, pero también del arte en general y de las artes escénicas en particular, su bitácora es hoy un modelo intachable de cómo se puede abordar una enorme variedad de temas desde el interés y el análisis riguroso, fiel reflejo de su apertura al mundo.
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Yo lo conocí por azar -como suelen ocurrirnos las cosas importantes-, a través de Luis, otro amigo de él. Y desde entonces su página pasó a convertirse en asidua, como también han reconocido no pocos de mis compañeros. ..

El 8 de diciembre del 2007, Manuel Ortiz dejaba su primer comentario a una entrada que llevaba por título "Al abrigo de las letras". Os lo copio porque expresa a la perfección cómo se las gastaba Manuel:
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En cierta ocasión, un joven escritor le preguntó a un consumado maestro, tras dejarle leer algunos de sus versos:
―¿Qué le ha parecido?
―Está muy bien, amigo mío. Pero sus versos son demasiado claros; ¡oscurézcalos!

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Medio año más tarde, el 5 de agosto del 2008 Manuel me regalaba este árbol de la vida y de la amistad. Hoy lo cuelgo en su memoria. Menos mal que aunque te hayas ido nos dejas tu escritura, estimado Manuel. Descansa en paz.
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AUSENCIA

La ausencia de un amigo es una sombra
que se queda a vivir en la mirada,
una mancha en el aire que oscurece
a su paso las cosas, un hueco de ascensor
al que asomarse siempre con cuidado.
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Si un buen día el amigo nos visita
a su paso la fruta gana brillo,
rebosan los manteles, va ahuyentando
con su sola presencia el simulacro
y a la fuga las sombras se desvanece el hueco
y nos sentimos llenos de nosotros.
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Al marcharse el amigo
nos confía tan sólo la tarea
de atender en su ausencia a aquella sombra,
el hueco de ascensor que se abre paso:
nos asomamos al vacío,
lo alimentamos con palabras.
..
Sólo una cosa es cierta. Nadie puede
enseñarle a un amigo el hueco que nos deja,
comprobar junto a él cuántos minutos,
qué eternidad sin pausa necesita
para alcanzar el fondo una palabra.
..
* Eduardo García, La vida nueva, Colección Visor de poesía, Madrid, 2008.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"