sábado, 8 de diciembre de 2007

Al abrigo de las letras

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El escritor esforzado se escondía tras la retórica hueca de las palabras. Así, en lugar de decir "ese día el sol brillaba como nunca", optaba por "los rayos esplendorosos bañaban el ínclito día como si fuera la primera vez". Estaba convencido de embellecer con ello la realidad. De igual modo, creía que cuanto más adornados aparecieran sus escritos, mayores éxitos literarios obtendrían.
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Por su parte, el lector cursi era un gran admirador del escritor mencionado. En esencia, no sólo se refugiaba en los textos de su autor preferido como una forma de hallar consuelo, sino que además los creía capaces de mejorar el mundo circundante, de perfeccionar al mismo ser humano. Acaso no sea preciso decir que amaba la oratoria, la dialéctica y los versos esdrújulos.
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Un buen día el azar quiso que los pasos del animoso escritor se encontraran con los del lector trasnochado. No lograron reconocerse sin embargo. La coincidencia de pasear por la misma calle, a la misma hora, les pareció un dato demasiado vulgar para ser tenido en cuenta. Por otro lado, que pudiera existir una correspondencia perfecta como la que les unía iba a servirles de bien poco. Cuando tuvo lugar el tropiezo, y antes de seguir su camino como si tal cosa, ambos intercambiaron unas breves palabras:
-Imbécil, le dijo el poeta.
-Desgraciado, le contestó su lector más fiel.
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11 comentarios:

  1. La realidad los puso en su sitio. Como narradora_Dios, eres de una justicia implacable y certera. Ojalá te dieran a ti el puesto de los Tres Viejos Abrahamistas que tanto nos amargan el mundo con sus chocheces y sus seguros servidores. ¡Se iban a enterar!

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  2. Bien Mega, muy bien.
    Tiene razón Nán: implacable y certera. Es que además no he podido evitar verme retratada un poco (o un mucho) en tu escritor, ja,ja. Salvando las distancias, claro: mis post son últimamente tan barrocos que consiguen hartarme incluso a mí.
    Me gusta mucho ese(os) otro(s) escritor(es) tuyo(s) que se pierde, se enreda, busca algo nuevo, intenta descubrir y aprender. Estos dos (escritor y lector) lo tienen tan claro que son "odiositos" desde el principio.
    Los dos son viejos dinosaurios de la escritura y la lectura y, como casi siempre en estos casos, además maleducados e insoportables. Je, je. El encuentro es fantástico.
    ¿Vas a venir a España?
    Un abrazo,

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  3. En cierta ocasión, un joven escritor le preguntó a un consumado maestro, tras dejarle leer algunos de sus versos:
    ―¿Qué le ha parecido?
    ―Está muy bien, amigo mío. Pero sus versos son demasiado claros; ¡oscurézcalos!

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  4. Nán, ¿lo de narradora-implacable es un piropo? ;-)

    Freia, en absoluto comparto contigo que tu escritura sea barroca... Si bien es cierto que existe una retórica hueca y vacía, y otra mesurada, con sentido, en esta ultima te encuadras tú. (Es que me tiras de la lengua...)

    Manuel, qué buena tu historia. Gracias por tus palabras.

    Abrazos generales

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  5. (sí). Me gusta mucho que tu narradora sea tan clara y dominante, sin trucos: que se sepa quién manda. Me parece un acierto para los micros.

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  6. He estado repasando tus últimas entradas, freia, sin encontrar esa ampulosidad que dices. Todo lo contrario, me parece una forma personalizada y amena de contras cosas interesantes.

    No es por hacerte la pelota: me habría bastado callarme si pensara de otro modo. Es que yo también he sentido a veces una cierta vergonya de lo que escribía.

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  7. Tengo que reconocer que me pierdo bastante en tus entradas sobre escritores, Mega. No sé porqué, pero se me resisten. Espero que eso no me convierta en un tipo malo de lectora (ya que escritora no soy, en ese sentido no corro el riesgo).

    Freia... ¿barroca? ... ni hablar. Escribes muy, muy transparente.

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  8. No creo que seas mala lectora, Leg. A veces puede ocurrir que los relatos no expresen con claridad su sustancia...

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  9. No, pero eso está descartado, puesto que hay otros que sí la captan perfectamente.

    Me aplicaré en adelante

    ;-)

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  10. Hacía algún tiempo que no venía por aquí. Me han gustado tus últimos relatos.

    En relación con esta entrada, es claro que la utilización de un lenguaje afectado y cursi lastra, estropea cualquier texto. Me viene a la cabeza una obra española titulada "La fuerza del sino". Como en italiano no existe esa expresión "sino", cuando se hizo allí la versión operística se tradujo por "La forza del destino", que tiene muchísimo más gancho. Escribir "sino" en vez de "destino" es una insensatez.

    Sé de otros escritores que (en mi modesta opinión, claro) han estropeado un buen texto por emplear un lenguaje afectado y rebuscado, como a veces pasa con Juan Ramón Jiménez. Y ya digo que es una pena.

    El ejemplo que pones en tu relato me recuerda eso que decía Machado en su "Juan de Mairena": que hay que escribir "lo que pasa en la calle", y sólo una persona pedante puede escribir "los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa".

    En general, estos alejamientos del lenguaje usual revelan una especie de impostura, y se manifiestan a veces en el alargamiento de las palabras que pretende un falso tecnicismo: "posicionamiento" en vez de posición; "concretizar" en vez de concretar; "recepcionar" en vez de recibir, etc.

    Una vez leí un chiste según el cual los niños ya no juegan al "veo-veo", sino al "visiono-visiono".

    En fin, no me enrollo más. Enhorabuena por éste y otros relatos, que me he impreso para leerlos más despacio.

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"