No confundir lo que las cosas son en este instante repentino en que suceden —y ya no digamos determinadas gentes y países, los paisajes que habitan y las situaciones que viven aquí y ahora—, con aquello otro que querríamos que fueran o que acaso acabarán siendo mañana, pasado mañana; cuando nuestro indecible anhelo se dé de bruces, por enésima vez, contra semejante carga.