Dos moralidades gemelas rigen nuestras acciones: aquella que desearíamos poder cumplir la mayor parte de las veces cuando somos jóvenes y aquella otra contra la que nos estrellamos sin remedio cuando adquirimos experiencia.
Dos moralidades gemelas rigen nuestras acciones: aquella que desearíamos poder cumplir la mayor parte de las veces cuando somos jóvenes y aquella otra contra la que nos estrellamos sin remedio cuando adquirimos experiencia.