Cuando al final se quede dormida y la respiración vaya acompasándose poco a poco a las emociones del sueño, descubrirá que tiene una hija pequeña, un perro feroz y un agujero en mitad de la cara rosado y oscuro como boca de lobo, mientras su madre la persigue incansable con el cuento de que el seguro le cubre todos los desperfectos.