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La madre vio al
niño morder la manzana. Enseguida creyó el fruto que había sido cosa del
gusano, quien sin embargo prefería taladrar al crío porque sí, hastiado de su
menú de plato único. Justo en el instante en que el chaval entornaba los ojos
para saborear su pedazo, la señora ha dado por sorpresa un mordisco a
la lombriz, que, descabezada, ha muerto en el acto. Por tierra rueda ahora el pobre
micro desmembrado.