martes, 11 de diciembre de 2007

La depuradora

Sabe que mientras se mantenga consciente, no tiene nada que temer. De eso está seguro. Además, basta probar de qué somos capaces para ver hasta qué punto un hombre, una mujer, pueden resistir bajo condiciones adversas. Luego, intuye, ya sólo queda esperar, descubrir en qué momento, de existir ese momento, empieza la deshumanización, el desmayo. Hoy mismo le han asegurado que iban a quitarle el alma. Será cuestión de segundos, le han dicho. La máquina se encarga de todo. Ella sola aspira en un santiamén toda la porquería que haya podido almacenar durante los últimos decenios, con la confianza de devolvérsela, tras los reajustes necesarios, limpia y reluciente. Así pues, en cuanto acaben, se la devuelven; sólo necesita, en realidad, unos pequeños retoques. Unos segundos de nada, le han dicho.

Ya empieza a sentir los primeros síntomas. El cable al que permanece conectado lleva chupándole la sangre varios minutos, o eso diría, con la precisión implacable de que sólo es capaz una sanguijuela mecánica. También diría que empieza a nublársele la vista y a sentir mucha sed; a nublársele también el entendimiento y la memoria. A lo mejor le falla la memoria. Siente hambre, miedo y sueño, y de nuevo hambre. Tal vez más hambre de la que pueda sentir jamás. Lo más probable es que no pueda soportarlo, o eso habría dicho si pudiera. En realidad, el proceso está a punto de completarse; no ha ido del todo mal, pero ¿qué pasará cuando dejen de administrarle el suero? ¿Cómo creen que soportará el dolor, la vida, un alma pura? Él no se atrevería a jurarlo, pero lo cierto es que lo han engañado. Sin memoria, me moriría, habría dicho si pudiera.

.

.
(sE LO EnDOso a fREia. Puedes ver las instrucciones de este meme en casa de Leg, Maripuchi, Frilanser o Scout.)
.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"