: . La mujer sin rostro la había increpado de pronto: -Óyeme. Soy tu futuro, ¿querrás escucharme? . Pero no iba a querer, así que en cuanto el metro dio la primera curva, ella saltó. . Hacía tiempo que lo tenía decidido.
. . Hermosa vida que pasó y parece ya no pasar… Desde este instante, ahondo sueños en la memoria: se estremece la eternidad del tiempo allá en el fondo. Y de repente un remolino crece que me arrastra sorbido hacia un trasfondo de sima, donde va, precipitado, para siempre sumiéndose el pasado.