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Desde que sospecho
que la completud del ser
roza lo putrefacto
no puedo dejar de verme
como un pobre
gusano manco
emplazado a la carrera.
Los días de fiesta,
sin embargo,
adquiero tímidamente
el talante ligero
del Conejo Blanco,
y espero impaciente
a que Alicia
me sonría, mientras
lanzo al vuelo,
sin ton ni son, todas
las cenizas del tiempo.
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