-Entonces, ¿por qué nos gustan las historias inventadas?
-Pues porque nuestras vidas no son menos ficticias.
-¿Cómo puedes decir eso? Tú eres real.
-Nos gusta creer que nuestra vida es real por el solo hecho de estar atados a ella, de tener la obligación de vivirla a conciencia, dotándola de sentido, aunque esto último sea lo más difícil. Ahora bien, ¿acaso tus sueños y deseos son más concretos, menos etéreos, que los contenidos en cualquier cuento o fantasía, en cualquier fabulación?
-¡Hombre! Los míos condicionan mi vida diaria y los ficticios, no.
-¿Estás seguro? Nuestra carne se alimenta de sueños.