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El infinito se halla donde los extremos se juntan. En un punto de fuga inalcanzable y a un tiempo presentido. Como si al juntarse quién sabe dónde, ello estuviera ocurriendo en un más acá distante, y preclaro, de tintes provisorios.
Como si ese juntarse aconteciera en el lugar exacto donde sacamos sin cesar nuestras pobres conclusiones fugaces. Y al concluir, elaborásemos apenas un razonamiento finito y escaso. Éste, por ejemplo: "El infinito es una creación literaria".
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