domingo, 3 de noviembre de 2013

Ciento catorce

...
Hay quien disfruta con el mal: haciéndolo, cortejándolo, envaneciéndose por él, dentro de él, a través suyo. Como si el mal no fuera el bien de los más estúpidos: aquellos que lo son por vocación, por convicción, porque les da la santa gana. Como si alguna vez hubiera sido -ese mal dichoso- otra cosa distinta, de naturaleza menos engañosa de tan puro. Como si ese mal bendito, junto con todas las maldades sucedáneas que lo circundan, hubiera dejado de ser alguna maldita vez el cielo voraz de los engreídos.
...
.....

.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"