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Lo más pequeño asume lo más grande, hasta subsumirlo. Una vez incorporado, lo consume erre que erre hasta consumar con ello una bola cuadrada, con un dejo piramidal. Cuando esa enormidad sea regurgitada por aquel hombrecillo de la esquina en forma de rombo, el sol resplandecerá.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"