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La verdad, cuando es pura y simple, apenas convence.*
* O lo que es igual: sólo nos seducen las apariencias;
la versión más edulcorada y atractiva de un hecho;
a menudo, su última actualización. Poco importa que
sea algo improvisada si resulta coherente u ofrece
una regurgitación adecuada del asunto, más
o menos fiel. Al cabo, toda apariencia de realidad
se habrá impuesto si ha sido capaz de cosechar por
sí misma cierto aplomo, el consabido aplauso social.
Eso sí: con el fin de que no se malogre, es preciso
que mantengamos en lo posible la transpiración y la
textura del buen maquillaje, aquel que veamos
que aguanta mejor según la ocasión.
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