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-¿A qué estás esperando? ¿No piensas subir?
-¿Para qué, si puede saberse? ¿Lo crees de veras necesario?
-En realidad, no; pero me hubiera gustado que subieras. Simplemente, no entiendo por qué te cuesta tanto...
-En realidad, no me cuesta nada. Espera, que ya subo.
-Déjalo, ¿quieres? Ya bajo yo.
-Así resulta imposible...
-Yo también acabo de darme cuenta.
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