sábado, 29 de mayo de 2010

Alma de pajarillo

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El pájaro, la nada
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Como esa mañana amaneció con un sabor de alas en la mirada, fue donde el olivo negro del jardín. Colocó una silla en una abertura del ventanal y esperó a que el pajarillo de todos los días viniera a detenerse en la rama. Anhelaba escuchar su canto. En el sueño de la otra noche, el pajarillo aleteaba en su alma dejando un viento de río en mansedumbre. Así, en espera sigilosa, estuvo hasta las doce del día, hasta la una, pero esta vez el pajarillo de todos los días, el sueño de su canto no llegó. No llegaría.
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Rogelio Guedea, Del aire al aire, Thule, Barcelona, 2004.
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Alma de pajarillo
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El pajarillo anhelaba amanecer todos los días como esa mañana de viento que estuvo detenido en la rama hasta las doce del día con un sabor de alas. La nada aleteaba en la mansedumbre del río, su canto negro de ensueño no llegaba a escucharse. Todos los días esperó el pajarillo -en espera sigilosa- la abertura del ventanal al jardín, una silla en donde viniera su canto al olivo, pero éste no llegaba. Así, una y otra vez, hasta colocar el pájaro su ser una noche de ensueño en la mirada, dejando de él un él.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"