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El pájaro, la nada
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Como esa mañana amaneció con un sabor de alas en la mirada, fue donde el olivo negro del jardín. Colocó una silla en una abertura del ventanal y esperó a que el pajarillo de todos los días viniera a detenerse en la rama. Anhelaba escuchar su canto. En el sueño de la otra noche, el pajarillo aleteaba en su alma dejando un viento de río en mansedumbre. Así, en espera sigilosa, estuvo hasta las doce del día, hasta la una, pero esta vez el pajarillo de todos los días, el sueño de su canto no llegó. No llegaría.
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Rogelio Guedea, Del aire al aire, Thule, Barcelona, 2004.
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Alma de pajarillo
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El pajarillo anhelaba amanecer todos los días como esa mañana de viento que estuvo detenido en la rama hasta las doce del día con un sabor de alas. La nada aleteaba en la mansedumbre del río, su canto negro de ensueño no llegaba a escucharse. Todos los días esperó el pajarillo -en espera sigilosa- la abertura del ventanal al jardín, una silla en donde viniera su canto al olivo, pero éste no llegaba. Así, una y otra vez, hasta colocar el pájaro su ser una noche de ensueño en la mirada, dejando de él un él.
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"Sabor de alas", "canto negro de ensueño", es curioso, me parecen fascinantes estas dos imágenes. Este fin de semana trabajo y sólo puedo acceder desde el móvil, pero te prometo que el lunes lo intento. ¿Vale hacerse tarjetas y barajarlas?
ResponderEliminarUn beso, Gemma.
Ojala la vida fuera como la imagina ese pajarillo, dispuesta a amanecer, a ser soñada.Pero como decía Gil de Biedma, la vida "precisamente, no es como la esperábamos"...¿Lo sabría el pajarillo?
ResponderEliminarUn beso Gemma
Jesús, buena suerte. (Desde luego, en esto de barajar o malabarear, cada maestrillo tiene su librillo)... A mí, por ejemplo, me ayuda partir de una frase que sea reveladora para ir desgranando, en torno a ella, el resto del texto... Un beso (pendiente quedo)
ResponderEliminarMarisa, me aproveché de los juegos malabares para agradecerle a Rogelio su poema... ;-)
Un pájaro sin su canto apenas si es nada... Un beso
Jopelines, Doña. Sapristi, garanfainas, ¡coño! Que hermoso.
ResponderEliminar"dejar de él un él". Y así con todo. Como si el pajarillo se quedara esperando al que murió esperando.
Primer intento. No seas muy dura.
ResponderEliminarEl pájaro de la nada, de su canto
Anhelaba su canto negro, en espera del ensueño. El pajarillo no llegaría todos los días, como esa mañana, con un sabor de alas. Amaneció. Colocó una silla, pero esta vez, el pajarillo no llegó. Todos los días estuvo en su alma el pajarillo, donde el olivo esperó en la mirada y fue hasta río de la otra noche. Dejando un viento de mansedumbre en la rama del jardín, escuchad así. En el sueño, una abertura sigilosa que viniera a retenerse aleteaba de las doce hasta la una.
En el ventanal da el día.
Me temo que no puedo poner colores en los comentarios.
Esto es muy difícil pero es divertido. Me gusta.
Lo has bordado, Gemma escritora. Te hice caso, compré el libro de Guedea y lo disfruté como loquita. Por aquí cerca sigue. Y ahora tu juego me fascina. El final, inmejorable y ese canto negro de ensueño pues eso. Maravilloso.
ResponderEliminarBeso.
Jesús, plas-plas-plas y nuevamente plas y plas. ;-)
ResponderEliminarVeo que me ha surgido un más que reñido competidor, jaja. ;-P
A mí también me gusta leer (y comprobar) las enormes posibilidades que esconde un solo texto, en este caso el de Rogelio Guedea. Un beso gordo
Izas, beso gordo también para ti. Por tus palabras animosas siempre.
PS: Ya sabía yo que te ibas a hacer con él...
ResponderEliminarJajaja, aduladora. Es casi críptico, pero a veces en ese empeño de encajar todo haces descubrimientos interesantes.
ResponderEliminarMejoraré.
Un abrazo.