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Un día y otro más. Una semana más también. Mas también un mes, y un año luego, que hacen ni más ni menos un año y un mes. Y dos y tres luego. O después. Esta situación me tiene exhausto y preso, la verdad. Ser arco arbotante y carecer de hojas cacarece, en fin, además de de toda gracia, del más mínimo salero. Qué desespero.
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*La imagen es de Antonio Rodríguez, y pertenece a la serie "Arcos". En su blog fotográfico DIGITALIA podéis encontrar una cantidad enorme de fotos estupendas.
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**Rogelio Guedea (México, 1974), me comentaba ayer que tenía escritos unos versos con parecido desasosiego al de este micro. Al final, ha preferido mandarme este poema triste recién brotado, punzante como hojas de acanto. Sobre su labor creativa, me escribe lo siguiente: "Los microrrelatos y los poemas los empiezo en twitter o facebook y los termino en la soledad de mi cuarto; twitter o facebook son mi laboratorio".
Preguntas al azar
¿y si me quedara sin la mano que escribe
este poema también podría escribir
este poema? ¿y también podría escribir
sobre la mano que lo escribe?
esto es: si me quedara sin mi país,
¿podría la mano que no tuve escribir mi país?
¿contaría sus calles? ¿lo mismo haría con sus
esquinas? ¿tomaría nota de lo que acaba de nacer
o morir: un árbol, por ejemplo, o
mi abuela muerta dos días antes de nacer? ¿guardaría en su
corazón la mano sin país aquellas mujeres que quiso?
¿y quedarme sin una mujer que quise
es quedarme sin amor? ¿es lo mismo
cuando me olvidas, amada? ¿soy, por ti, el olvidado
de estas calles o mapas? ¿y de esta mano
que escribe tu nombre a pesar mío,
contigo, incansablemente?
¿y si me quedara sin la mano que escribe
este poema también podría escribir
este poema? ¿y también podría escribir
sobre la mano que lo escribe?
esto es: si me quedara sin mi país,
¿podría la mano que no tuve escribir mi país?
¿contaría sus calles? ¿lo mismo haría con sus
esquinas? ¿tomaría nota de lo que acaba de nacer
o morir: un árbol, por ejemplo, o
mi abuela muerta dos días antes de nacer? ¿guardaría en su
corazón la mano sin país aquellas mujeres que quiso?
¿y quedarme sin una mujer que quise
es quedarme sin amor? ¿es lo mismo
cuando me olvidas, amada? ¿soy, por ti, el olvidado
de estas calles o mapas? ¿y de esta mano
que escribe tu nombre a pesar mío,
contigo, incansablemente?
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por Rogelio Guedea
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Antonio y Gemma, juntos. Impagable.
ResponderEliminarMe fascinaron esas fotos de Antonio cuando las vi hace dos días y me sugirieron lo que a ti: encadenamiento. Solo que tú lo dices mucho mejor y con menos palabras.
Arbotante sin hojas... Me gusta. Mucho.
¡Qué bien lo describes!
ResponderEliminarSi te pudieran escuchar, además de sentirse graciosos se ensancharían.
Un beso arqueado.
No lo encuentro carente de gracia o salero, de hecho hay más de uno que carece de todo eso y camina sobre dos patitas.
ResponderEliminarCuanto hacía que no escuchaba la palabra arbotante...Besos.
Dicho así, suena tremendo.
ResponderEliminarSupongo que en esta vida no basta con ser útil, uno quiere además tener una existencia salerosa. Pero que no piensen, que ser cúpula está bien los primeros cien años pero una se cansa al final de tanto cambio a sus pies y tantas alabanzas vacías.
ResponderEliminarHermoso texto para insólita fotografía.
....y a mí que me ha dado la sensación de que se estuvieran meciendo con el viento, como juncos ágiles, flexibles, libres. El fotógrafo captó un instante de ese baile (hay un juego infantil: el escondite inglés).
ResponderEliminarUn abrazo
A mí me gusta esa reciura de la piedra que parece haberse hecho flexible, los encuentro de una salerosa sobriedad. Deberían animarse;-) Aunque su propia fuerza los condena a resistir inmóviles... y eso debe ser duro (más,más,mes,mas no es tan fácil). El texto juega perfectamente con ese sinfín.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias Gemma por divulgar mis fotografías y sobre todo por mejorarles con tus estupendos microrrelatos.
ResponderEliminarUn beso
Al igual que los arcos, aunque con un poco más de alma, lo nuestro, Gemma. Rutina y rutina...
ResponderEliminar¡Qué bueno!
Un abrazo, Javier.
Precioso texto, Gemma, tiene un ritmo fascinante, una caída de arco, unas palabras precisas y preciosas. Me encanta. Y eso que también yo le veo gracia a esos arcos sin hojas.
ResponderEliminarUn beso.
Cuantas personas fuertes hay así. Aceptando que sujetan lo visible, troncos ninguneados por las hermosas ramas. Hace falta mucho amor, mucha comprensión del mundo, para callar así. ¡Qué envidia!
ResponderEliminar(y enhorabuena al fotógrafo).
A todos, Rogelio Guedea es un autor de micros fantástico(s) que hoy me ha permitido que le publicase este poema tan lleno de ecos... Espero que os guste tanto como a mí. ;-)
ResponderEliminarMeine Gräfin, arbotante sin hojas pero con ecos que rebotan... Celebro que te guste. Un besazo
Isabel, como ya va siendo costumbre, he introducido unos pocos cambios respecto de su versión original. Gracias, guapa.
Anabel, jaja, y más de dos y de tres. Me permitirás que me haya tomado ciertas licencias (literarias, claro)... ;-) Un abrazo
(Fíjate que yo no las escuchaba desde que hice el bachillerato. También me gustaban mucho los órdenes dórico, jónico y corintio. ;-p Y las hojas de acanto, y...)
Araceli, ¿verdad? Es que lo es.
;-P Un beso grande
Jesús, jaja. Ser cúpula o bóveda se me antoja -como bien dices- más duro si cabe. Y qué pereza tener que dar cabida a tantos cantos y cantinelas...; a tantas alabanzas, ruegos y golpes de pecho... Quita, quita. ;-)
María, sin duda los juegos de luces y sombras que supo imprimir Antonio a estos arcos, junto con su composición a partir de dos materiales (piedra y ladrillo), los hace parecer mucho más libres y flexibles, qué duda cabe... Un beso grande
Olga, el texto pretendía reflejar sintáctica y léxicamente esa rigidez y fosilización de las costumbres que comporta el (inevitable) seguimiento de toda rutina, con el fin de poder llevar a cabo -tal como sugiere Nano- su función. Muchos besos
Antonio, gracias a ti por prestarme tan generosamente estos arcos arbotantes adosados... Un beso
Javier, un poco más de alma y de resignación, efectivamente, jaja. Un beso y gracias por tu comentario
Izaskun, (yo también se la veo, pero guárdame el secreto...) Será que miras las cosas con buenos ojos... ;-P
Beso
Nano, me quedo con tu bonita reflexión, a la que no añado ni siquiera este comentario. ;-P
Besote
Precioso arco para tus flechapalabras (en el centro de la diana se leen una tras otra,precisas, certeras...).
ResponderEliminarUn beso Gemma,
Un abrazo, Josep. Certero también.
ResponderEliminarGemma, en este borboteo de sentidos que provocas, se me antoja -que otra cosa- decir que sostener la rutina con un arbotante seria tan elegante que el uno de tras de otro seria un sostén de lujo. Claro el sentido del texto tiene que ver con la monotonía, pero la fotografía esta tan bien conseguida que parecen árboles concretos o de concreto con vida, lo que el texto capta con nitidez. Como ves ya me hice un lío, será mejor buscar un contrafuerte que me apoye.
ResponderEliminarUn abrazo desde el friso.
Sergio Astorga
Que chulada de post, qué aaaangugustitia!
ResponderEliminarSergio, jaja, la foto me gustó sobre todo por lo que comentas: conseguía reflejar movimiento, cierta flexibilidad de junco..., tal como dice María más arriba. Besos
ResponderEliminarIsabel, si bien cierta rutina resulta inevitable (y necesaria) para trabajar, un exceso de la misma puede llevar a que cuerpo y mente terminen fosilizándose como en el texto... ;-)
Un abrazo
A veces, buscamos un tema para encantar a las palabras y resulta de que ellas terminan abrigando esta prisa en una eternidad diaria, que hace de lo natural, algo plasmado a través de una salida(¿o entrada?)un enunciado único, las manos. Sin ellas no podríamos empuñar una idea que ya ha dejado de ser un vagabundo pensar. Un agrado escribirle.
ResponderEliminarAGB