A nadie le gustan los Pepitos Grillos. Por sabelotodos y porque, mal que nos pese, siempre tienen razón. Aun así, andamos pero que muy necesitados de ellos.
. . Hermosa vida que pasó y parece ya no pasar… Desde este instante, ahondo sueños en la memoria: se estremece la eternidad del tiempo allá en el fondo. Y de repente un remolino crece que me arrastra sorbido hacia un trasfondo de sima, donde va, precipitado, para siempre sumiéndose el pasado.