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Lo demasiado oído se torna inaudible.
Ángel de Frutos Salvador
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De igual modo
lo demasiado visto a menudo se vuelve invisible;
lo demasiado sentido, insensible;
lo demasiado admitido, inadmisible;
lo demasiado dividido, indivisible;
e incluso lo demasiado favorecido puede llegar a resultar
palmariamente desfavorecido
o directamente desmejorado;
sin apenas lustre.
Sin embargo, acaso convenga no olvidar que lo anterior sucede siempre en un contexto en donde lo excesivo -lo considerado en demasía- es percibido, en todo momento y bajo cualquier circunstancia humana, como algo insuficiente.
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