viernes, 12 de julio de 2013

Ochenta y dos

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Lo demasiado oído se torna inaudible.
Ángel de Frutos Salvador
...
De igual modo
lo demasiado visto a menudo se vuelve invisible; 
lo demasiado sentido, insensible; 
lo demasiado admitido, inadmisible; 
lo demasiado dividido, indivisible;
e incluso lo demasiado favorecido puede llegar a resultar 
palmariamente desfavorecido 
o directamente desmejorado; 
sin apenas lustre.
Sin embargo, acaso convenga no olvidar que lo anterior sucede siempre en un contexto en donde lo excesivo -lo considerado en demasía- es percibido, en todo momento y bajo cualquier circunstancia humana, como algo insuficiente. 
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5 comentarios:

  1. Las reflexiones son profundas; el texto excelente... ¿Para qué más?

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  2. Eso pasa cuando se tiene la cabeza a pájaros y andamos como pollo sin cabeza porque las imágenes y sonidos nos asaltan con tal vértigo que nuestro cerebro se acostumbra a no responder.

    Como verás, rechazo el posmodernismo y vuelvo a Rimbaud: il faut être absolument moderne.

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  3. Y peor aún, lo insuficiente, como excesivo. Y así nos va como nos va, que dejamos escapar cualquier intento de mejorar las cosas, permaneciendo inertes.

    Un beso bien fuerte, Gemma.


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  4. "Pollos son cabeza", y lo que es peor, esas cabezas sin pollo que insisten en que la solución es que pongamos huevos cuadrados (ellos aportan la teoría y nosotros las molestias).

    Texto, el tuyo, cargado de textos. Un placer.

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  5. Gracias a todos por vuestros comentarios. Abrazos

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"