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Lo demasiado oído se torna inaudible.
Ángel de Frutos Salvador
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De igual modo
lo demasiado visto a menudo se vuelve invisible;
lo demasiado sentido, insensible;
lo demasiado admitido, inadmisible;
lo demasiado dividido, indivisible;
e incluso lo demasiado favorecido puede llegar a resultar
palmariamente desfavorecido
o directamente desmejorado;
sin apenas lustre.
Sin embargo, acaso convenga no olvidar que lo anterior sucede siempre en un contexto en donde lo excesivo -lo considerado en demasía- es percibido, en todo momento y bajo cualquier circunstancia humana, como algo insuficiente.
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Las reflexiones son profundas; el texto excelente... ¿Para qué más?
ResponderEliminarEso pasa cuando se tiene la cabeza a pájaros y andamos como pollo sin cabeza porque las imágenes y sonidos nos asaltan con tal vértigo que nuestro cerebro se acostumbra a no responder.
ResponderEliminarComo verás, rechazo el posmodernismo y vuelvo a Rimbaud: il faut être absolument moderne.
Y peor aún, lo insuficiente, como excesivo. Y así nos va como nos va, que dejamos escapar cualquier intento de mejorar las cosas, permaneciendo inertes.
ResponderEliminarUn beso bien fuerte, Gemma.
"Pollos son cabeza", y lo que es peor, esas cabezas sin pollo que insisten en que la solución es que pongamos huevos cuadrados (ellos aportan la teoría y nosotros las molestias).
ResponderEliminarTexto, el tuyo, cargado de textos. Un placer.
Gracias a todos por vuestros comentarios. Abrazos
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