martes, 23 de diciembre de 2008

Microrrelato de Navidad

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-No sale el sol, mamá.
Se trataba de su primer paseo por el mercadillo navideño. Al girar aquella esquina, el niño, que apenas si levantaba medio metro del suelo, tiró tímidamente del abrigo de la madre para preguntar.
-Mamá-, dijo -¿por qué hay tantos ángeles distintos?
-Porque cada uno de ellos pertenece a un niño diferente, respondió la madre distraída ante la enorme variedad de estímulos visuales, sonoros y olfativos que salían a su encuentro.
-Y el mío, mamá, ¿cuál es?- inquirió de inmediato el niño.
-Cuando lo reconozcas, lo sabrás.
Y aunque pasearon un buen rato por entre ángeles de tamaños, hechuras y colores de toda clase, el pequeño no daba con el suyo.
-¿Y si se ha perdido, mamá?
-Los ángeles no se pierden, vida.
Era el último domingo de adviento cuando lo encontró. Lucía en una esquina de un puestecillo discreto, al final del paseo. De alas cortas y algodonosas, el ángel de aquella tarjeta postal vestía de azul celeste, y le miraba con una carita sonrosada como la suya propia. Los rizos de oro le parecieron verdaderos rayos de sol.
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FELICES FIESTAS,.
.y próspero 2009
.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"