lunes, 26 de julio de 2010

Fábula vegetal

..


Nada más despertar de la siesta, descubrió que bastaba estirar los dedos, extender brazos y piernas, para congraciarse con el aire de la tarde. Tras recomponer su vestido de lino echó a andar por caminos pedregosos y senderos, recabando memorias vegetales. A esa hora los rayos de sol volvían dóciles zarzales y rosas. Pudo conocer todo tipo de flores y plantas. Varias veces trató la noche de sorprenderla, derramando oscuridades. Pero Flor no se amedrentó. En absoluto quería volver a un redil hecho de parterres; antes bien, prefería reimplantarse en cualquier parte ventilada, entre semejantes. Y fue así que no regresó. Ha descubierto que adora las tormentas de verano.
......
.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"