martes, 3 de octubre de 2017

Quinientos treinta y ocho

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El amor es el dolor de una ausencia.
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Simulacros

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Desde hace varios días, los helicópteros sobrevuelan mi ciudad. Mañana, tarde y noche. A veces, también de madrugada. De vez en cuando se oyen sirenas. Como si un ejército de ocupación hubiera invadido la capital. La gente que hoy sale a la calle a manifestarse se supone que lo hará para rechazar la carga policial de hace dos jornadas, aunque es probable que conviertan la ocasión en una demanda de independentismo más, confundiendo los términos. A los más jóvenes, se les está dando la excusa perfecta para seguir jugando a polis y cacos. La Sexta reconocía ayer por la noche que la Generalitat parece estar acaudillando a los independentistas para que, a golpe de presión (¿escrache lo llaman?), logren expulsar de Cataluña al destacamento extra de cuerpos desplegados de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Esto se parece cada vez más a una asonada militar. Y yo creo que los indepes lo saben y se aprovechan de ello. A los más radicales les gusta quemarse, de modo que les trae al fresco si hay "efectos colaterales". Cuanto más dure esta ocupación, más razones habrá para echarlos. ¿No se trataba de reivindicar una nación liberada? Pues en ese simulacro estamos...
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"