domingo, 22 de junio de 2008

¿Una historia ficticia?

-Entonces, ¿por qué nos gustan las historias inventadas?
-Pues porque nuestras vidas no son menos ficticias.
-¿Cómo puedes decir eso? Tú eres real.
-Nos gusta creer que nuestra vida es real por el solo hecho de estar atados a ella, de tener la obligación de vivirla a conciencia, dotándola de sentido, aunque esto último sea lo más difícil. Ahora bien, ¿acaso tus sueños y deseos son más concretos, menos etéreos, que los contenidos en cualquier cuento o fantasía, en cualquier fabulación?
-¡Hombre! Los míos condicionan mi vida diaria y los ficticios, no.
-¿Estás seguro? Nuestra carne se alimenta de sueños.

16 comentarios:

  1. A los que inventan historias ficticias se les llama creadores, y a dios, creador.

    La diferencia de calidad e interés es abrumadora. Por eso.

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  2. La vida no es más que puras invenciones nuestras que vamos creando día a día.

    Nuestra carne se alimenta de sueños... Y nuestros sueños se alimentan de carne de otros sueños.

    Un saludo.

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  3. ¡Ahí es nada el nuevo lazo de Moebius...!

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  4. Bueno, la vida es un sueño y nadie nos puede corroborar con pruebas que no sea así.
    Un beso

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  5. Jaja, Nán, en una cosa estoy de acuerdo: la supuesta realidad de Dios es demasiado imperfecta para ser obra de él. Por el contrario, el mundo ficticio, aparte de resultar más interesante y entretenido, tiene el deber de aspirar a ser un mundo perfecto (o, al menos, de funcionar con el equilibrio y la precisión de una maquinaria de reloj...)

    Adanero, bonita forma de completar significados. (Y de hilar pedazos de vida.)

    Freia, jeje, sin comentarios... ;-P

    Soboro, también podríamos corregir la frase afirmando que la vida es real gracias a los sueños. (¡Qué pesadilla si no!).

    Besos

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  6. Y si fuera al reves ??
    Si la vida real fuera la de los sueños y la ficticia la real sin nosotros saberlo ?

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  7. Yo no sé cuánta realidad hay en nuestra vida, ni siquiera sé, Mega, si tú eres real o la imagen proyectada de lo que otros y yo escribimos. Entrar en tu blog últimamente es colocarse delante de un espejo (no sé si de los del Callejón del Gato) y hacer muecas para ver si el otro las hace. Hay una cosa de la que estoy seguro, sea yo real o invención de otro (quizás también ficción): el dolor humano es demasiado real para ser ficción.

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  8. La realidad es lo más irreal que existe. Nadie puede acotar sus límites de un modo perfectamente objetivo. A partir de ahí, la ficción es inevitable...

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  9. A lo mejor por eso existe la ficción, para hacer más llevadero el dolor. Pero el problema es que ¿quién nos dice que el dolor no existe en la ficción o que es menos doloroso que el real? Si nuestra carne se alimenta de sueños y nuestros sueños, de carne de otros sueños, por qué el dolor ficticio no puede ser tan real como aquélla o condicionar tanto como los sueños o deseos propios?
    Vaya, ya me he vuelto a liar... lo mío no es laficción.
    Besos

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  10. Maria Eugènia, ¿y por qué tienen que ser dos manifestaciones excluyentes? ¿Por qué no paralelas, o hasta tangenciales, si ya no coincidentes? El sueño nocturno (metáfora de la ficción), ¿acaso no se da dentro de nuestra realidad diaria?

    Estimado Antonio, yo tampoco sé cuánta realidad hay en la mía..., la justa supongo. Por otro lado, a mí me gusta pensar que todos nosotros, reflejos incluidos, somos reales en la medida en que tenemos conciencia de serlo. En cuanto al dolor humano, ¿no era la vida terrenal un valle de lágrimas?
    Supongo que la ficción nos brinda, entre otras cosas, un poco de consuelo. (Confío en que seas real). ;-)

    Brujarroja, yo también tengo la sospecha de que la realidad en abstracto no tiene ningún contenido... En todo caso, podría tener el significado de garantizar nuestra existencia, para que nosotros, de inmediato, nos pusiéramos a proyectar(como, en efecto, no podemos dejar de hacer) nuestros anhelos y ensueños y, claro, de pasada, nuestros errores y mezquindades. (Menos mal que la ficción también es inevitable...)

    Freia, estoy de acuerdo. La ficción en tanto que proyección de la realidad humana posee (¿qué, si no?) sus mismos atributos: así, puede llegar a dolernos mucho, aunque sea un dolor psicológico (que no ficticio). Y ello sin entrar en el hecho de que nos haga crecer y evolucionar como pocas cosas reales...

    Abrazos

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  11. PS para Antonio: "el dolor humano es demasiado real para ser ficción", dices.
    ¿Y quién ha dicho que la ficción no sea real? (para seguir con la idea de Freia, y la mía).

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  12. Ah, el dolor, hay que comérselo. Porque es real en los dos lados del espejo. Y es la únia manera de digerirlo.
    Hace poco dejé unos versos de Auden en un blog cuyo escritor se quejaba:

    But should you fail to keep your kingdom
    And like your father before you, come
    Where thought accuses and feeling mocks,
    Believe your pain

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  13. Mega, te sugiero la lectura del micro "Cuarentena 11" de Antonio Rivero Taravillo (fuegoconnieve.blogspot.com). Seguro que te gusta.

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  14. Vaya, Mega, parece que hemos estado pensando en lo mismo últimamente. ¿Recuerdas el final de 'El halcón maltés', cuando Bogart se queda mirando la horrible estatuilla y dice que "está hecha del material con el que se fabrican los sueños"?

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  15. Yo creo que la realidad tiende hacia la ficción. Del mismo modo que el tiempo tiende hacia el pasado (y no hacia el futuro como algunos ingenuamente creen). Prueba de lo primero es que los recuerdos son casi indistinguibles de los sueños, y los sueños son ficción. La memoria, por tanto, es ficción. Y si la memoria es ficción, posiblemente también lo sea la identidad. Yo en este momento no sé bien si existo.
    (Debes disculpar tan loco discurso). Un texto muy sugerente el tuyo.

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  16. Nán, también yo soy de la opinión de que el dolor puede servir para tomar conciencia... a veces. (¿Y qué me decís de las pesadillas hiperrealistas?)

    Antonio, gracias por la propuesta. En efecto, me ha parecido interesante.

    Manuel, jaja. Es que Bogart era mucho Bogart...

    Herman, "...y si la memoria es ficción, posiblemente también lo sea la identidad. Yo en este momento no sé bien si existo", dices. Yo creo que lo más difícil de todo es ser conscientes de quién somos a cada rato... La identidad se escurre como el agua entre los dedos. La memoria, como era de prever, también. Acaso nuestros sueños pretendan retener esa memoria que se diluye sin remedio... Combatir la erosión del tiempo y de nuestras identidades pasadas.

    Abrazos

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"