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Aquel personaje salió de la página para tomar un poco de aire fresco. Al principio, nadie lo echó de menos, tan secundario era el pobre, pero a partir del tercer día la niña de ojos vivaces empezó a buscarlo con insistencia. Transcurrida la primera semana, la pequeña iba levantando con sus dedines todas las alfombras, no fuera que se le hubiera caído como por descuido, el rostro bañado en lágrimas.
Aquel personaje salió de la página para tomar un poco de aire fresco. Al principio, nadie lo echó de menos, tan secundario era el pobre, pero a partir del tercer día la niña de ojos vivaces empezó a buscarlo con insistencia. Transcurrida la primera semana, la pequeña iba levantando con sus dedines todas las alfombras, no fuera que se le hubiera caído como por descuido, el rostro bañado en lágrimas.
-¿Pero qué buscas, tesoro?, le preguntaba su madre.
-Un tete. Falta un tete, respondía, compungida, mientras el dedito señalaba el cuento de tapas duras.
Al personaje, que a la sazón se hallaba extasiado ante el descubrimiento de una realidad tan fuera de lo común, fantástica a decir verdad, aquel súbito desvelo de la niña le había conmovido de tal modo, que tras vacilar unos instantes, decidió regresar a su antiguo libro en calidad de huésped. Sin duda quería complacerla.
A la niña, le bastó verificar que, de un salto, se había metido en el cuento, para arrancar de cuajo aquella página, temblorosa aún por acabar de sumergirse en ella el visitante. Con sus manitas rechonchas, estrujó la hoja sin contemplaciones, arrojándola poco después a la basura, hecha una pelota.
¡Aaaayyy!¡Cómo ha dolido el papel al estrujarse!
ResponderEliminarMe lo estaba imaginando... me ha recordado al Soldadito de Plomo.
Los niños pueden ser muy crueles. La maldad y la bondad están en la naturaleza del ser humano, aunque sean pequeñitos.
Besos
¡Qué cruel!, querida Mega. Si los adultos hiciéramos como los niños, actos sin reprimirnos, pasarían cosas así. De hecho hay quien no se reprime y ya pasa.
ResponderEliminarSAlud y República
¡Qué falta de correspondencia entre la niña y el "tete" (soldadito, como dice Freia)! La crueldad de la que hablan Freia y Rgalmazán no es la de la niña por ser niña, sino la que ejerce un ser más fuerte sobre uno más débil. Si a esa misma niña la colocamos junto a un gigante (recordemos a la niña de la mano del monstruo en "El Doctor Frankenstein"), la desvalida es ella y la crueldad se desplaza hacia el grande.
ResponderEliminarBravo por la referencia, Freia. Seguro que mi inconsciente ha tenido en cuenta al soldadito... Ciertamente, no sólo la bondad y la maldad están en la naturaleza del ser humano, como bien apuntas, sino que hasta podemos llegar a reconocer en un mismo gesto, agazapada bajo esa dulzura infantil, la maldad gratuita (la peor de todas)...
ResponderEliminarRafa, y pasa demasiadas veces, añadiría yo. Si antes estos adultos malcriados (e infantilizados) eran una excepción, hoy en día no lo van siendo tanto...
Antonio, "sí a todo" que dicen los informáticos. Como si el solo hecho de ser más poderosos (más fuertes, en suma) nos predetederminara a dar muestras de esa misma cruedad a costa del más débil... Inquietante (y triste).
Abrazos varios
aaay
ResponderEliminarme he quedado de piedra...
¿cómo me haces esto?...el cuento es buenísimo...pero es que ese final...me ha hecho polvo!!!
yo que pensaba que la niña iba a coger la página y pegarla en la pared, o como mucho ponerla en un marco de cristal y así no dejarle salir nunca más...
pero estrujarlo...ay, ay, mi corazoncito de viernes no estaba preparado...
coincido con vuestras opiniones sobre la maldad de los niños...creo que por eso a veces son inquietantes: porque son crueles al mismo tiempo que tremendamente vulnerables...
buen fin de semana a todos!!!!!!
Tete, tete, corre...por tu vida!
ResponderEliminarYo de pequeño también me cargue algún cómic de mi hermano mayor, y luego venía mi madre y le decía..."dejale, es pequeño". Pobre hombre, lo que tuvo que aguantar conmigo.
Pero he pagado mi deuda con la sociedad y me he reformao.
Un abrazo
Esplendido relato Mega, como siempre. Tú ya lo sabes
El cabreo que había cogida la niña con el personaje desaparecido !!
ResponderEliminarMaría, crueles y vulnerables, sí. En su inconsciencia (al menos, cuando son tan pequeños) parecen no darse cuenta del daño que infringen...
ResponderEliminarFritus, jaja, mi hermana menor solía descabezar muñecas (no siempre las suyas) para ver qué había dentro...
Maria Eugènia, exacto. La niña del micro se carga al tete por despecho (y maldad gratuita, pues no se trataba ni mucho menos de un personaje principal...)
Saludos afectuosos
Cruel, sí, pero como la vida.
ResponderEliminarVoy por el lado de m.eugenia: la crueldad del caprichoso y los peligros de la bondad (casi parece un título para el Marqués de Sade).
Cuantas veces uno regresa a algo porque se arrepiente de haber causado dolor y se encuentra la venganza caprichosa.
Excelente.
Llevados por vuestros buenos instintos, observo que nadie constata una realidad: los niños son crueles por naturaleza. De no ser así no necesitarían abogados de mayores.
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