Cuando al final se quede dormida y la respiración vaya acompasándose poco a poco a las emociones del sueño, descubrirá que tiene una hija pequeña, un perro feroz y un agujero en mitad de la cara rosado y oscuro como boca de lobo, mientras su madre la persigue incansable con el cuento de que el seguro le cubre todos los desperfectos.
Cómo defendernos, los árboles lo hacen de maravilla y aún así la maldad avanza.
ResponderEliminarMiraré la letra pequña del seguro, nunca la leo.
Una historia que se extiende...
Abrazos
Eso es lo que yo llamo un poscuento.
ResponderEliminarLos seguros se forrarían con las víctimas de los cuentos, que sufren muchas barbaridades: Pulgarcito y sus hermanos, abandono paterno, Hansel y Gretel, intento de canibalismo, la abuela de Caperucita, víctima de animales peligrosos. Madre mía, qué crueles son los cuentos. El tuyo te ha quedado en esa línea, de maravilla.
ResponderEliminarJa ja ja, esos desperfectos no hay seguro que los cubra.
ResponderEliminarMenudo vuelco Gemma. Has retorcido el cuento en un juego de torsión extremo y lo has dejado seco. La imagen del agujero es brutal.
ResponderEliminarAbrazos.
Que terrible ese agujero negro en la cara, por él se pueden escapar todos los sueños y las ilusiones. No creo que lo llegue a cubrir el seguro.
ResponderEliminarUn abrazo
Brutal y efectivo. Un ovillo de cuento.
ResponderEliminarBesos, mil.
Caperucita condenada a cometer con su descendencia los mismos errores que su ascendencia cometió con ella. Por mucho que una madre murakamiana se esfuerce en tranquilizarla.
ResponderEliminarHasta podría hablarse de "Caperucitas del bosque"
Lo he leído diez o quince veces para esto. Ya dirás.
Besos.
Qué conciso y bien trabado. Por mucho que el lector se cuele dentro del agujero, vuelve a salir y a estar fuera, de espectador, con ganas de volver a entrar.
ResponderEliminarSusana Camps
Isabel, la maldad se abre paso primero en nuestro interior casi sin darnos cuenta, y de ahí que le resulte tan fácil avanzar...
ResponderEliminarAbrazos
Esteban-Daniel, no sé si es un poscuento. Lo que sí puedo asegurarte es que lo soñé tal cual anoche. :-)
Un beso
Manu, muchas gracias. Los cuentos infantiles, esos que llamamos populares y clásicos, pero también los sueños, suelen contener las dosis justas de crudeza que tanto necesitan los niños, a fin de cuentas, para crecer sanos -si no felices- y abrirse paso entre tanta sombra, maleza y lobo suelto como hay...
Abrazos
Araceli, ni que lo digas. Hay constataciones que no tienen vuelta de hoja. Ni remedio. Un beso
Agus, la imagen del agujero en mitad de la cara me sorprendió muchísimo porque era igual que un agujero negro pero a pequeña escala. En plan micro. :-) Besos
Verdial, lo viste muy bien. Yo creo que alude precisamente a esa revelación. Un abrazo y gracias por tu comentario
Lola, celebro que lo veas así: brutal y eficaz a un tiempo. Besos
Jesus, hay algo de maldición en este sueño microrrelatado, qué duda cabe. Comparto tu lectura, pues creo que posee, como bien dices, un halo de fatalidad que lo hace inquietante y hasta cierto. Mil gracias por releerlo tanto, y un besazo
PS: Lo del título -aunque supongo que ya queda claro- es una mezcla del de La Caperucita Roja y Robín de los bosques y, por tanto, de heroína y antiheroína a un tiempo...
Susana, un micro tiene que lograr ser como un espejo: si pese a su brevedad no consigue reflejarnos, resulta del todo fallido. Besos
Qué triste, tener una hija pequeña a la que proteje del lobo y no ser capaz de abandonar a un perro feroz que le hace agujeros en la cara. Me temo que por mucho que el seguro cubra los gastos (la madre debe de tener experiencia en esto),no le curarán el alma.
ResponderEliminarSaludos
Gemma, no cabe duda que este micro tiene póliza amplia.
ResponderEliminarUn abrazo urbanizado.
Sergio Astorga
Los seguros siempre tienen letra pequeña
ResponderEliminarAda, los peligros que acechan a Caperucita de los bosques están, en efecto, ahí mismo. De hecho, cuanto más cercanos, más tangibles y amenazadores se vuelven.
ResponderEliminarAbrazos
Sergio, muchas gracias.
Un abrazo de esos por dos mil
Elena, y, en general, cuanto más pequeña, más existente, por paradójico que ello pueda parecer.
Un abrazo
Me ha parecido muy interesante que haya surgido de un sueño. ¿Recuerdas que el día anterior pensaras por un momento en algo relacionado con Caperucita?
ResponderEliminarYo a veces consigo recordar algo mínimo y ,generalmente,algo a lo que no di importancia y sin embargo luego se convirtió en la levadura del sueño.
Me gusta mucho el micro y cómo has conseguido plasmar el sueño en el microrrelato y que tenga sentido y una historia. Y hasta el toque surrealista con esa madre hablando de seguros...;)
Un abrazo Gemma
Rosana, casi podría decirte que lo único inventado es el título, el haberlo relacionado con el cuento de Caperucita. Por lo demás, en este blog los sueños suelen tomarse siempre como una cosa muy seria. :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Es brutal, como dice Lola.
ResponderEliminarMe encanta esta frase: "...la respiración vaya acompasándose poco a poco a las emociones del sueño,..."
Besos, Gemma
Muchas gracias, Torcuato.
ResponderEliminarAbrazos