El sueño
Calisto soñó con Melibea: la soñó rendida, gozada.
Al día siguiente, de casualidad, la encontró en un jardín.
Con los derechos que le daba el haber soñado
tan íntimamente con ella, comenzó a seducirla.
Llevó más tiempo, pero a la larga fue lo mismo que en el sueño.
Enrique Anderson Imbert, La sandía y otros cuentos,
Editorial Galerna, Buenos Aires, 1969, p. 148.
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Haber soñado
Melibea soñó con Calisto: rendida, gozaba en sueños de los jardines que él le daba. Pero a la larga comenzó el sueño a ser lo mismo que el día, tan derecho. Mas íntimamente la seducía soñando con él en un tiempo siguiente.
La casualidad la llevó a encontrarse con ello.
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El original es una maravilla, GEMMA. Y como siempre, consigues tú otra.
ResponderEliminarAraceli, Enrique Anderson Imbert es realmente bueno. Esta vez me costó seleccionar uno que fuera cortito; de tantos micros logrados como tiene. Un abrazo gordo
ResponderEliminarA todos:
Donde antes decía, bajo el título de "Haber soñado":
"(...) Mas íntimamente la seducía soñando con él en un tiempo siguiente. La casualidad la llevó a encontrarse con él".
Ahora dice: "Soñado" y "Mas íntimamente la seducía [ese sueño] haciéndola soñar con él [con Calisto] en un tiempo siguiente. La casualidad la llevó a encontrarse con ello".
Hasta que el tiempo, a modo de vulgar Celestina invertida, acaba siempre por dar al traste con todos los sueños y posesiones.
ResponderEliminarNo te lo creerás pero me gusta más tu texto malabar que el original.
Besos de colores, Gemma
Hoy estoy torpona, querida Freia. Hace un rato he confundido el verbo "haber" con "hacer", y de ahí que no me haya quedado más remedio que eliminar la segunda versión; esa que daba como corregida. En fin.
ResponderEliminarMenos mal que luego vienes tú y me alegras la entrada. :-)
Muchos besos
Gemma, espero que la Celestina pueda sonar un poco conmigo.
ResponderEliminarUn abrazo tragicómico.
Sergio Astorga