Tiene el sueño costuras que no siempre alcanzamos a percibir. De madrugada, vislumbra el niño la boca luminosa del túnel, confiado en que le permita ponerse a salvo de sus aleteos de torpe mariposa, y de paso descansar del rastro de magulladuras que ha ido dejando tras de sí. Por el contrario, cree distinguir la joven luciérnaga en esa misma abertura la simpleza del agujero, y no alcanza sino a reconocer la salida única de siempre, tan aburrida y falta de emoción. Como en una fábula triste, sólo el viejo murciélago parece atisbar en la hendidura desnuda la verdadera orfandad.
....
* La imagen procede del fotoblog de Juan Yanes, El oscuro borde de la luz, II (fotos y microrrelatos), y forma parte de una entrada titulada "Cada instante es único".....
...
La foto es para alzarse el sombrero e inclinar la cabeza ante el señor Juan.
ResponderEliminarEl texto, me embadurna de tristeza: pero no culpo a quien lo escribe, que cumple su papel; ambadurnar por fuera con el mismo material que tenemos por dentro.
Sin pinchar todavía en tu blog esta preciosa imagen se aprecia como una trenza de agua, y al leerte compruebo con admiración como trenzas las historias hasta llegar al final, y dejar el pelo bien atado, para que no se escape la verdad.
ResponderEliminar¡Bellísima carga de profundidad llena de metáforas!
ResponderEliminarAbrazos de finde.
Durante el sueño, incluso en la duermevela, lo más honesto es permanecer con los ojos cerrados; y lo más prudente. Por eso es el murciélago y no otro quien capta la verdadera esencia de las cosas.
ResponderEliminarBesos, Gemma.
... tiene la justa medida, la de la contención emocional. Duermevela de las tres edades. Me han encantado las imágenes oníricas de esa boca común por donde afloran los sueños.
ResponderEliminarAbrazos, Montse.
"Duermevela" es una palabra hermosa. Dormir y velar. Esa onda es realmente un sueño. Gracias Gemma.
ResponderEliminarNano, me uno a tu inclinación de cabeza. Sus fotos son el no va más...
ResponderEliminarSacar afuera lo de dentro con la mayor fidelidad posible, eso es. Me alegra compartir poética contigo. Un besón
Isabel, creo que sin verdad no hay texto que valga. Muchas gracias por verlo así. Abrazos
Lola, gracias mil, jaja.
Jesus, más sabe el diablo por viejo que por diablo, sin duda alguna. Besos
Montse, es una fábula reflexiva en donde las tres edades estarían expresando perplejidades diversas, en función de cada momento vital. Un beso y gracias por tu cometario
Juan, ya ves que he tomado la fea costumbre de robarte a mansalva tus suculentas fotos... Un abrazo
En la estación donde los sueños parten hacia el olvido no hay ni siquiera un triste banco donde poder sentarse. Sólo algunos pañuelos se quedan velando apenas unos instantes, todo lo demás se aleja sin un sólo gesto que indique destino.
ResponderEliminarTú murciélago tiene toda la triste razón de su razón sin duda triste.
Un pe tó alegre y desvelado.
Pd. Alzo la cabeza e inclino el sombrero ante el "señor Juan".
Gemma yo uno en mi mente este texto y el anterior... pues la lucidez creo que está definitivamente en los estados intermedios, hay que saber navegar las penumbras y conooer las hendiduras...
ResponderEliminarEn lo rotundo y las certezas no hay luz aunque lo parezca...
Un abrazo
Gemma, la duermevela: estado entre la luz y la sombra. Las costuras indelebles no zurcen la orfandad. Solo los años y el desencanto nos apuran la consciencia.
ResponderEliminarTus viñetas transitan profundidades.
Un abrazo quiróptero.
Sergio Astorga
Gemma, llego un poco tarde, pero a tiempo de disfrutar de esa duermevela que quizá sea el estado habitual que define nuestra existencia. Se asemeja a lo que en pintura denominan el claroscuro. Qué bien escrito está, la prosa es excelente, no sólo muestra, sino que recorre las texturas de ese medio sueño que es principio y fin.
ResponderEliminarAbrazos.
Madre mía, Gemma, estás que te sales.
ResponderEliminarPor un momento, leyendo, creí en una salida del sueño, rutinaria pero esperanzadora, pero me ha matado ese final de orfandad.
Precioso y tristísimo.
A todos, perdonad el retraso en contestar, mi ausencia involuntaria de estos días. Gracias
ResponderEliminarJosep, jaja. Que alces la cabeza e inclines a un tiempo el sombrero me parece sin duda un acierto... :-)
El añoso murciélago, tan desdeñado por todos, me pareció que podía servir como imagen representativa de lo que supone percibir la realidad en toda su crudeza, insolencia y desagrado. A nadie le gusta ver su fealdad. Una abraçada forta
Rosana, me gusta mucho que hayas establecido esta conexión. Para mí, ambas piezas compartirían un mismo tono, por así decir, una voz narradora semejante y cercana, que parece empeñada en buscar aquí y allá para mejor comprender. Gracias y un abrazo
Sergio, ¡qué cierto -y bello- lo que dices!: "Las costuras indelebles no zurcen la orfandad. Solo los años y el desencanto nos apuran la consciencia". Un abrazo deslumbrado
Agus, lo viste muy bien. La pieza discurre, tal como sugiere el título, en esa zona intermedia de sueño y desvelo, en ese claroscuro revelador, en el que la realidad suele mostrarse con todas sus aristas y deslumbres. Un abrazo
Tor, la salida del sueño o desvelo se me antoja el auténtico ingreso en la vida (adulta, al menos :-)). El título estaría apuntando en esta misma dirección. Un beso