Mi casa tiene una habitación y otra en la que ronca feroz el niño muerto.
"Umbral", de Agustín Martínez Valderrama
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Dos enfermeros forzudos entraron a hurtadillas en la sala. No querían despertar al viejo que en esos instantes lloraba en sueños desconsolado. Venían como cada tarde a cambiarle los pañales. El anciano invocaba a su madre entre hipidos, desdenes y pataletas varias, consumido entre sábanas bajo el ahogo de una pena enorme. A los presentes nos maravillaba su poderosa capacidad pulmonar.
-En todo viejo que llora hay un niño que ronca, dijo alguien de pronto, como queriendo romper el hielo.
Los demás asintieron concienzudos. Pero ninguno lograba acallar la creciente irritación que había empezado a invadirnos y se abría paso rencorosa, como ese futuro de témpano que nos aguardaba imperturbable.
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¡¡¡Buenísimo!!! Fantástica inclusión de niñez en vejez. Me gustó mucho.
ResponderEliminarAbrazos cálidos.
Bello Gemma.
ResponderEliminarSaludos
Buf, gracias, me siento halagado que de tan minúscula pulga hayas escrito tan expecional texto. Exquisito ese "témpano que nos aguarda". Y como siempre una reflexión certera sobre el tiempo, en este caso, del que no pasa, del tiempo de la juventud. A la espera del otro, que sin duda, se nos echa ya encima, son su aliento de monstruo resoplando.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Todo el micro es muy bueno y el final excepcional porque consigues mostrar ese sentimiento que a todos nos invade frente al futuro, frente a ese viejo(niño) que todos seremos...
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha gustado la comparación entre niño y viejo, que, por otro lado, podría ser un aforismo en sí misma. Y me ha gustado esa irritación final, durísima.
ResponderEliminarSin embargo, para mi gusto, veo muchos adjetivos, demasiado específicos, tal vez.
Abrazo
Gabriel
El espejo de lo que seremos no es reflejo de buen gusto...
ResponderEliminarMe encanta la forma que tienes de dar volumen al texto a través de la adjetivación.
Gemma, el peso de las edades es el infortunio de la existencia. Vivir y pasar verbos que se conjugan.
ResponderEliminarEl adjetivo es muy tuyo; tu manera de ver. tu gema.
Abrazos hospitalarios.
Sergio Astorga
Lola, siempre me ha gustado mucho Quevedo. :-))
ResponderEliminarBesos
Fabiana, qué bien verte por aquí. Gracias por tu comentario y un beso
Agus, esa pulga tuya es una buena muestra de cómo determinados textos sugieren más que exponen. Lo viste muy bien: el tiempo detenido se nos echa encima más aprisa que cualquier otro. Gracias a ti. Más besos
Rosana, yo también lo creo así; no hay consuelo para la vejez: si no se muere por una enfermedad, se apaga uno poco a poco como si fuera un niño de pocos meses... Besos
Gabriel, he intentado limar un poco esa sobreabundancia de adjetivos a la que tiendo por lo visto de forma natural... Creo que ahora está un poquito mejor. Gracias por tu sinceridad y abrazos
Alberto, jaja. Seguramente hayas visto la versión corregida, la más reciente. La anterior estaba algo sobrecargada. Abrazos
Aforista Sergio, qué bello lo dijiste: "el peso de las edades es el infortunio de la existencia".
Sencillez y profundidad a un tiempo.
Un besazo
Me gusta mucho el detalle de la invocación de la madre porque es una constante y eso que muchas intentamos destetarlos, pero ni por esa. Es como un círculo que se cierra.
ResponderEliminarMuy bueno, Gemma.
Abrazos.
Témpano que nos aguarda. Qué desolador y, a la vez, por reacción, me ha invadido una sensación muy vitalista. Antes de caer entre sábanas de esa forma, le dan a una ganas de deshacer muchas camas!
ResponderEliminarKisses.
Isabel, creo que en los chicos se halla este vínculo más acusado (hasta donde yo sé), pero imagino que a grandes rasgos es una constante, como bien dices. Besos
ResponderEliminarOlga, jaja, menuda ocurrencia... Tu comentario, sister, me ha hecho reír. Abrazos fuertes
¿Y si todo fuera una broma de mal gusto? ¿Y si el tiempo, con sus habitaciones, fuera sólo la necesidad de saberse en algo? ¿Y si un viejo fuera un viejo sólo por no salirse de un estúpido guión de no se sabe qué escritor?
ResponderEliminar¿Y si te mando un pe tó enorme y descreido?
Me acabas de dar una idea, Josep. En cuanto pueda, me pongo a ello. Y si sale publicable, espero que pueda servir como respuesta a tu comentario. A ver qué tal sale.
ResponderEliminarAbrazos
¡Qué extraña sensación el leer a la inversa (cronológicamente hablando) sus dos textos!
ResponderEliminarAhora se me han descifrado unas cuantas claves más.
No son dos textos, sino las dos caras de una misma moneda.
Hermosa imbricación,
Abrazos, ni roncadores ni llorosos.
La cara y el envés, justo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Freia