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Siempre que el señor
de zapatillas a cuadros y recortado bigote se sienta en el butacón verde de
orejas puntiagudas que hay en la esquina, comprueba cómo una ausencia muy
grande lo abraza primero hasta que termina por embargarlo, momento en que una
pena de igual tamaño le encoge el ánimo. Entonces suele llorar a moco tendido
un rato, aunque al final se duerma acunado en sus propios hipidos. De igual
modo, siempre que su esposa cruza el umbral para sentarse en su butacón verde querido,
experimenta, ineludiblemente, cómo una alegría enorme va abriéndose paso a la
inversa: esto es, de adentro afuera, aunque también de afuera adentro, y le
hinche el pecho luego, que, colmado de gozo, tiembla, pues nada la consuela
tanto como ver llorar a ese señor de las zapatillas a cuadros, ese hombre
descompuesto de bigote recortado, con
las orejas en punta y el alma verde de un diablo, ese con sentimientos
esquinados de puro falsos. Su asesino amado.
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No vale de mucho el llanto de un asesino... ay, si se pudiera retroceder a un instante antes del crimen y contener la mano. Un abrazo, querida amiga.
ResponderEliminarA veces ocurre, y más cuando dos no se encuentran de ningún modo, y más cuando uno es verdugo y el otro, u otra, víctima, que aquello que le hace llorar a uno, le llena de alegría al otro. Caminos cruzados.
ResponderEliminarMe gustó mucho, Gemma.
Abrazos llenos de contento.
Me gusta mucho ese butacón verde con orejas puntiagudas, el mismo escenario que alberga por igual al asesino y al asesinado. El mismo teatro, el mismo atrezzo, pero distinto guión.
ResponderEliminarAbrazos.
Me gusta el tirón de las frases largas y el contraste entre elementos muy formales y los rasgos de caricatura.
ResponderEliminarY ese sillón personificado, que infunde sentimientos tan contrarios, contemplando indiferente la tragedia.
Abrazos.
Isabel, no podría estar más de acuerdo contigo. Celebro que te agrade la pieza. Abrazos
ResponderEliminarLola, quería reflejar de forma irónica eso mismo: el profundo desacuerdo, insalvable en este caso, que en ocasiones se establece en una relación hasta convertirla en imposible. Aquí, la única correspondencia que ambos mantendrían sería su absoluta y radical disconformidad... Besos
Agus, efectivamente, un mismo escenario puede ser objeto de interpretaciones no ya distintas, sino profundamente incompatibles y discordantes, como sucede en esta pieza. Un abrazo fuerte
Susana, al final parece como si ese sillón concentrara y fuera una muestra de todo el infortunio y la infelicidad que esta pareja ha ido acumulando a lo largo de su vida. Besos
Gemma, el acto de consciencia cuando se escenifica, al espectador, sabedor de la acción en causa, comprueba cuan fácil es descubrir el engaño.
ResponderEliminarUn verdadero malabar psicológico.
Abrazos orejudos.
Sergio Astorga
Ella me parece la fantasma perfecta.
ResponderEliminarSergio, la ficción tiene esa capacidad de justicia poética, de toma de consciencia; muy cierto. Besos
ResponderEliminarNano, no me extraña nada tu lectura; sobre todo si tenemos en cuenta lo mucho que te acercas tú al lector perfecto.