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Aquella señora que acude a desayunar se ha sentido de pronto atraída por uno de sus clientes habituales. Como si la sonrisa sofisticada, aunque de pocas luces de ella, hubiera encontrado perfecta réplica en el gesto adusto y la inteligencia afilada de él. De igual modo, el señor en cuestión lleva días experimentando una profunda nostalgia por esa sonrisa inexplicable. Así las cosas, es muy probable que antes de atreverse a ir más allá, ambos se dediquen a conocerse y a buscar argumentos de peso: él por motivos obvios, ella por justificar ante sus amigas una predilección tan poco comprensible, además de impropia. Lo que ambos ignoran -en cualquier caso- es que ese arraigado sentimiento mutuo no variará ni un ápice, otro misterio mayúsculo, durante los próximos cinco años en que sigan tratándose, ya sea en los encuentros fugaces en el bar de siempre antes de dirigirse al trabajo, ya durante las conversaciones algo más sostenidas que entablen por la noche cada vez que su pasión se lo permita. Sólo cuando la relación llegue al equinoccio del sexto año, habrán aprendido a mantenerse en el filo de un extraño equilibrio. Aunque todavía no lo sepamos, es muy posible que a partir de entonces el señor melancólico de esta historia se sienta atraído súbitamente por aquella otra señora también estupenda, que decían nuestros padres; la que justo ahora parece estar mirándolo con descaro y arrobo a un tiempo, tampoco sabemos por qué.
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jueves, 29 de diciembre de 2011
miércoles, 21 de diciembre de 2011
¿Para cuándo una respuesta?
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¿Cuál es la raíz de todo?
¿Por qué este en concreto
y no ese otro,
y no ese otro,
o el de más allá?
¿Hay alguien que lo sepa?
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El cómo y el dónde
se escapan
sin conciencia.
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¿Cuál es la raíz de todo? ¿Por qué este en concreto y no ese otro, o el de más allá?
¿Alguien lo sabe?
El cómo y el dónde se escapan inconscientes.
¿Cuál es la raíz de todo? ¿Por qué este en concreto y no ese otro, o el de más allá?
¿Alguien lo sabe?
El cómo y el dónde se escapan inconscientes.
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* El acrílico es de Lola Valls, y lleva por título "La prueba".
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FELICES FIESTAS A TODOS LOS VISITANTES DE ESTA BITÁCORA CON LA CABEZA A PÁJAROS, O A SUEÑOS...
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sábado, 17 de diciembre de 2011
La mujer que no era
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La mujer que no era ni
una cosa ni la otra solía llevarme la contraria como si yo representara todo
cuanto no quería que fuese. Inmersa en esas incertidumbres rocambolescas, la
mujer que sin ser tampoco me dejaba ser, ni siquiera una pizca, se deshacía en
elogios cada vez que me encontraba meditabundo, lo que aumentaba mi enfado y
perplejidad, sumiéndome en un mar de dudas muy desagradable. Una tarde soleada en
que me sentía yo más fuerte de lo normal, le dije a la mujer que no sería que
me dejara en paz, pero tras cinco minutos de imposible discusión, caí en la
cuenta de que sólo había estado peleándome con la señora que siempre había
sido, cuando lo que yo precisaba era enfrentarme a la mujer de mis sueños, quien
no estaba presente entonces y ya no digamos dispuesta a cambiar. De modo que
aquí me tienen, convertido de forma irreversible en el hombre con ser pero sin
mujer, aunque siga tan deprimido como siempre.
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viernes, 16 de diciembre de 2011
Dos
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Frente al estratega del espíritu, el escéptico del corazón. Mientras el primero suele confiar ciegamente en el optimismo racionalista, el segundo se limita a dar por sentado que nada se asienta. Ni siquiera la voluntad.
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Frente al estratega del espíritu, el escéptico del corazón. Mientras el primero suele confiar ciegamente en el optimismo racionalista, el segundo se limita a dar por sentado que nada se asienta. Ni siquiera la voluntad.
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lunes, 12 de diciembre de 2011
Puro tecnicismo
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Ese señor con buena
presencia nacido a mediados del siglo pasado de sonrisa arrebatadora, y ello
sin tener que renunciar a dar muestras de carácter siempre que la
situación lo requiera; ese mismo que todas las mañanas saluda al portero de su
casa con gesto amable o a la viejecita del segundo cuando se la cruza, y que
más de una vez ha tenido que sostener la pesada puerta de acceso al edificio
para que el perrito de lanas de la anciana de lanas no sufriera ningún
percance; ese caballero de aspecto corriente y hasta un punto vulgar, de acuerdo con la
segunda acepción del DRAE, esto es, «común
o general, por contraposición a especial o técnico»; ese que justo ahora se rasca la oreja
y se mide el perfil del estómago frente al espejo, con ganas de
meterse en la ducha e irse a trabajar; ese en fin que duda
entre desayunar un pastelillo de cabello de ángel o una taza de café negro con
su correspondiente zumo de naranja, y no ese
otro greñudo y con el ceño fruncido que ha enfilado el pasillo en dirección al
baño dando un portazo, un misterio de hombre ese tipo, acaba de descubrir con
fastidio que no tiene entidad suficiente para convertirse en el
protagonista absoluto de esta historia especial.
...* La ilustración es obra de Veronica Leonetti, de su bitácora La muerte del espejo.
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viernes, 9 de diciembre de 2011
El butacón verde
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Siempre que el señor
de zapatillas a cuadros y recortado bigote se sienta en el butacón verde de
orejas puntiagudas que hay en la esquina, comprueba cómo una ausencia muy
grande lo abraza primero hasta que termina por embargarlo, momento en que una
pena de igual tamaño le encoge el ánimo. Entonces suele llorar a moco tendido
un rato, aunque al final se duerma acunado en sus propios hipidos. De igual
modo, siempre que su esposa cruza el umbral para sentarse en su butacón verde querido,
experimenta, ineludiblemente, cómo una alegría enorme va abriéndose paso a la
inversa: esto es, de adentro afuera, aunque también de afuera adentro, y le
hinche el pecho luego, que, colmado de gozo, tiembla, pues nada la consuela
tanto como ver llorar a ese señor de las zapatillas a cuadros, ese hombre
descompuesto de bigote recortado, con
las orejas en punta y el alma verde de un diablo, ese con sentimientos
esquinados de puro falsos. Su asesino amado.
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martes, 6 de diciembre de 2011
Principio de contradicción
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Un hombre sabe que ama a una mujer pero se siente incapaz de declarársele. Esa mujer desafortunada lleva largo tiempo infeliz, aun cuando ella lo atribuya a que no consigue aprobar su carné de conducir, que se ha empeñado en sacar enseguida, más allá de que sienta pavor, y hasta un indudable rechazo, por los coches que circulan impasibles día y noche por delante de su casa. El hombre que ama y desama a la mujer que desea y rechaza el carné de conducir lleva enamorado más de siete meses, sumido en las delicias de su tortura, aunque esta misma mañana ha decidido ponerle fin, no sabemos todavía si a su amor o a su tormento. En cuanto la vea salir del edificio, piensa invitarla a dar un paseo en coche. Hace tan sólo veinte minutos que espera y desespera aparcado frente a su puerta.
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"Ahora podría llamarle una mujer que él ama
y que no se atreve a amarle si no es con largos intervalos de tortura (...)".
Giorgio Manganelli, "6", Centuria, Cien breves novelas-río,
Anagrama, Barcelona, 2011, p. 18.
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jueves, 1 de diciembre de 2011
Los empecinados
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Un hombre sueña todas
las noches y todos los días sin interrupción durante un mes entero, como si le hubiera
picado la mosca tse-tse. De modo que sólo le quedan unas pocas horas de
vigilia, durante las cuales permanece con la mirada ausente, absorbido por una
especie de duermevela perpetua, tal como si lo hubiesen condenado al sueño más
dulce, el de la asepsia.
Al otro lado del
tabique, una mujer permanece despierta día y noche sin descanso ni sosiego ni
nada que se le parezca. Lleva así los mismos días que el hombre durmiente, pero
nadie diría que su falta de sueño se ha cebado en su rostro, que conserva una
extraña belleza, ni que vaya a morir de puro desvelada, como en efecto ocurrirá
si no encuentra pronto una fórmula que le permita descansar de sí misma y de su
empecinamiento monstruoso.
Sucede que ese bello
durmiente y ese desvelo de mujer, siempre alerta, se cruzaron un día como hoy
hace un mes, de camino al hotel en donde ambos, al parecer, siguen pernoctando
todavía, esperemos que por mucho tiempo... Ojalá puedan comerse juntos unas perdices
siquiera.
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martes, 29 de noviembre de 2011
Uno
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El pasado es un muerto viviente ávido de recuerdos.
O bien un muerto viviente avieso de recuerdos.
En último término, tal vez sea un muerto ávido y avieso de vida.
En último término, tal vez sea un muerto ávido y avieso de vida.
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* El dibujo a tinta y acrílico es obra de Susana Pozo Romero.
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lunes, 28 de noviembre de 2011
Costumbrismo on the road
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Una anciana cruza la calle sin mirar. El semáforo se ha puesto en rojo en ese instante. Al otro lado de la acera, una pareja ha empezado a desenamorarse a gran velocidad. Van a morir las seis de la tarde.
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Una anciana cruza la calle sin mirar. El semáforo se ha puesto en rojo en ese instante. Al otro lado de la acera, una pareja ha empezado a desenamorarse a gran velocidad. Han muerto para siempre las seis de la tarde.
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Una anciana cruza la calle sin mirar. El semáforo se ha puesto en rojo en ese instante. Al otro lado de la acera, una pareja ha empezado a desenamorarse a gran velocidad. Han muerto para siempre las seis de la tarde.
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domingo, 20 de noviembre de 2011
Entre sábanas, 2
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Yo estaba abrazado a su pecho cálido cuando dos enfermeros han irrumpido de forma violenta en la sala. Mamá me acunaba e intentaba calmarme, aunque mi desconsuelo era tan grande que no parecían bastarme todos los arrumacos de la tierra. Cuando han venido esos hombres y me han arrancado de sus brazos, me he sentido morir. Al parecer de nada ha servido que me desgañitara y revolviera contra ellos. "En todo viejo que llora hay un niño que ronca", he oído a no sé quién pronunciar desde no sé dónde. Yo no pienso roncar nunca, me he dicho por toda respuesta antes de quedarme profundamente dormido. Mamá seguía a mi lado.
martes, 15 de noviembre de 2011
Entre sábanas
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Dos enfermeros forzudos entraron a hurtadillas en la sala. No querían despertar al viejo que en esos instantes lloraba en sueños desconsolado. Venían como cada tarde a cambiarle los pañales. El anciano invocaba a su madre entre hipidos, desdenes y pataletas varias, consumido entre sábanas bajo el ahogo de una pena enorme. A los presentes nos maravillaba su poderosa capacidad pulmonar.
-En todo viejo que llora hay un niño que ronca, dijo alguien de pronto, como queriendo romper el hielo.
Los demás asintieron concienzudos. Pero ninguno lograba acallar la creciente irritación que había empezado a invadirnos y se abría paso rencorosa, como ese futuro de témpano que nos aguardaba imperturbable.
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Mi casa tiene una habitación y otra en la que ronca feroz el niño muerto.
"Umbral", de Agustín Martínez Valderrama
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Dos enfermeros forzudos entraron a hurtadillas en la sala. No querían despertar al viejo que en esos instantes lloraba en sueños desconsolado. Venían como cada tarde a cambiarle los pañales. El anciano invocaba a su madre entre hipidos, desdenes y pataletas varias, consumido entre sábanas bajo el ahogo de una pena enorme. A los presentes nos maravillaba su poderosa capacidad pulmonar.
-En todo viejo que llora hay un niño que ronca, dijo alguien de pronto, como queriendo romper el hielo.
Los demás asintieron concienzudos. Pero ninguno lograba acallar la creciente irritación que había empezado a invadirnos y se abría paso rencorosa, como ese futuro de témpano que nos aguardaba imperturbable.
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lunes, 14 de noviembre de 2011
Marina
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... Y cuando las aguas
se abrieron,
burbujearon al unísono
algas y almas sin brida,
balbucientes de gozo
y desvelo.
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Y cuando las aguas se abrieron, burbujearon al unísono algas y almas sin brida, balbucientes de gozo y desvelo.
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Y cuando las aguas se embridaron, burbujearon al unísono algas y almas desveladas, balbucientes de gozo y ensueño.
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Y cuando las aguas
se embridaron,
burbujearon al unísono
algas y almas desveladas,
balbucientes de gozo
y ensueño.
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* El cuadro es de Jean-Marc Hild. Acrílico sobre tela.
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miércoles, 9 de noviembre de 2011
La verruga
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Tenía en la
cabeza una especie de verruga salvaje que no podía evitar rascarse con frenesí.
Cada vez que lo hacía la excrecencia crecía como un junco silvestre, aunque su
textura no fuera verde ni suave sino, por el contrario, rojiza y rugosa,
semejante a una lija. Temía que le empezaran a nacer hijas y hojas por todas
partes, así que sin sentarse a esperar en qué quedaba la cosa, se plantó
audaz frente al espejo y comenzó a tirar fuerte de sí como si fuera un cable de
fibra óptica. Para su sorpresa, el junco resultó raíz milagrosa. En cuanto la
hubo arrancado por completo, un océano de desasosiego la colmó por dentro.
Nadie quiso asomarse en todo el día por el agujero.
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lunes, 7 de noviembre de 2011
Gavilán de compañía
Gracias, Lola, por este Gavilán precioso.
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Y durante un tiempo incierto, no sabría decir hasta cuándo, un gavilán de plumaje lustroso y pulidos hábitos la estuvo visitando a diario. Solía posarse a la misma hora sobre la barandilla del balcón que daba a la calle. Un día suave alzó de improviso su canto bellísimo de jilguero gigante. Luego desapareció con la misma ligereza con que había regresado.
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* Si pincháis en el nombre de Lola accederéis a su bitácora y al micro original que ha servido de inspiración -qué suerte la mía...- a su dibujo.
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* Si pincháis en el nombre de Lola accederéis a su bitácora y al micro original que ha servido de inspiración -qué suerte la mía...- a su dibujo.
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viernes, 28 de octubre de 2011
Duermevela
Tiene el sueño costuras que no siempre alcanzamos a percibir. De madrugada, vislumbra el niño la boca luminosa del túnel, confiado en que le permita ponerse a salvo de sus aleteos de torpe mariposa, y de paso descansar del rastro de magulladuras que ha ido dejando tras de sí. Por el contrario, cree distinguir la joven luciérnaga en esa misma abertura la simpleza del agujero, y no alcanza sino a reconocer la salida única de siempre, tan aburrida y falta de emoción. Como en una fábula triste, sólo el viejo murciélago parece atisbar en la hendidura desnuda la verdadera orfandad.
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* La imagen procede del fotoblog de Juan Yanes, El oscuro borde de la luz, II (fotos y microrrelatos), y forma parte de una entrada titulada "Cada instante es único".....
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martes, 25 de octubre de 2011
Aunque sigamos a oscuras
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.....Creemos que los días siguen a las noches y que el tiempo fluye por nuestros olvidos con la misma fuerza y empuje con que lava nuestros recuerdos, pero no es así exactamente. No creo que ocurra de este modo. Sucede que a veces un candil herrumbroso permanece encendido mientras el agua se desborda y derrama, y persiste la misma sensación acuciante de ahogo. Es la luz de la conciencia, me digo, que flamea aunque sigamos a oscuras.
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domingo, 23 de octubre de 2011
Perplejidad
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Cada vez que enciende la tele u hojea una revista distraída, el azar hace que se tope con una ristra de mujeres embarazadas que presumen de barriga ante sus ojos asombrados. De igual modo, cada vez que cierra un libro y apaga la luz dispuesta a acostarse, termina soñando con bebés mantecosos que se desgañitan ante su memoria mellada, el rostro compungido bañado en lágrimas, aunque quizás, ahora cae, se trate del suyo propio.
...
* La foto pertenece a Cándido del Puente, a su serie titulada "Juguetes abandonados".
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Cada vez que enciende la tele u hojea una revista distraída, el azar hace que se tope con una ristra de mujeres embarazadas que presumen de barriga ante sus ojos asombrados. De igual modo, cada vez que cierra un libro y apaga la luz dispuesta a acostarse, termina soñando con bebés mantecosos que se desgañitan ante su memoria mellada, el rostro compungido bañado en lágrimas, aunque quizás, ahora cae, se trate del suyo propio.
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* La foto pertenece a Cándido del Puente, a su serie titulada "Juguetes abandonados".
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viernes, 21 de octubre de 2011
Escritura
miércoles, 19 de octubre de 2011
Un mero disfraz
...
"Carnaval"
...
Sólo era él mismo en Carnaval, cuando se vestía de mujer fácil y lanzaba piropos groseros a los hombres que le gustaban.
El resto del año era otro.
Un mero disfraz.
...
...
...
"Un mero disfraz (1)"
...
Carnaval y un mero disfraz el año que se vestía de otro, cuando lanzaba piropos groseros a las mujeres. Sólo en Carnaval le eran fáciles de gustar; el resto, era el mismo hombre.
....
"Un mero disfraz (2)"
...
Carnaval y un mero disfraz el año de vestirse de otro, cuando lanzaba piropos groseros a las mujeres. Sólo en Carnaval era fácil que le gustasen; el resto, era el mismo hombre.
...
"Un mero disfraz (3)"
...
Carnaval y un mero disfraz el año que se vestía de otro, cuando lanzaba piropos groseros a las mujeres de gusto. Sólo en Carnaval le eran fáciles; el resto, era el mismo hombre.
...
"Un mero disfraz (4)"
...
Carnaval y un disfraz de mero que le vestía el otro, cuando lanzaba, gustoso, piropos groseros a las mujeres fáciles. Érase sólo en año de Carnaval; el resto era el mismo hombre.
"Carnaval"
...
Sólo era él mismo en Carnaval, cuando se vestía de mujer fácil y lanzaba piropos groseros a los hombres que le gustaban.
El resto del año era otro.
Un mero disfraz.
Rubén Abella, Los ojos de los peces, Menoscuarto, Palencia, 2010, p. 15.
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...
"Un mero disfraz (1)"
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Carnaval y un mero disfraz el año que se vestía de otro, cuando lanzaba piropos groseros a las mujeres. Sólo en Carnaval le eran fáciles de gustar; el resto, era el mismo hombre.
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"Un mero disfraz (2)"
...
Carnaval y un mero disfraz el año de vestirse de otro, cuando lanzaba piropos groseros a las mujeres. Sólo en Carnaval era fácil que le gustasen; el resto, era el mismo hombre.
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"Un mero disfraz (3)"
...
Carnaval y un mero disfraz el año que se vestía de otro, cuando lanzaba piropos groseros a las mujeres de gusto. Sólo en Carnaval le eran fáciles; el resto, era el mismo hombre.
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"Un mero disfraz (4)"
...
Carnaval y un disfraz de mero que le vestía el otro, cuando lanzaba, gustoso, piropos groseros a las mujeres fáciles. Érase sólo en año de Carnaval; el resto era el mismo hombre.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"