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Cada vez que enciende la tele u hojea una revista distraída, el azar hace que se tope con una ristra de mujeres embarazadas que presumen de barriga ante sus ojos asombrados. De igual modo, cada vez que cierra un libro y apaga la luz dispuesta a acostarse, termina soñando con bebés mantecosos que se desgañitan ante su memoria mellada, el rostro compungido bañado en lágrimas, aunque quizás, ahora cae, se trate del suyo propio.
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* La foto pertenece a Cándido del Puente, a su serie titulada "Juguetes abandonados".
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Muy perturbadora la fotografía y el texto. No sé si será cosa mía (los domingos me perjudican bastante) pero en la última frase me cuesta asociar "el suyo propio" con rostro. Besos.
ResponderEliminarBarrigas hinchadas y niños mantecosos. Y de fondo un llanto que puede ser del hijo.Inquietante relato.
ResponderEliminarAbrazos, mil.
¿Obsesión o realidad?, en cualquier caso, una situación incómoda.
ResponderEliminarUn abrazo
Uf. "Perturbador" es la palabra. Me producen un miedo especial los muñecos viejos y sucios. Los juguetes rotos. El llanto de los bebés.
ResponderEliminarLa pesadilla recurrente del deseo consciente acuciado por la necesidad inconsciente. Y qué dura esa memoria mellada, que puede lijarse con lloro o rellenarse con una pasta de falso recuerdo y mentira piadosa.
ResponderEliminarTerrible, en fin.
Abrazo
Gabriel
Sí, perturbador y muy inquietante. Todo lo relacionado con el bienestar de los niños y su seguridad despierta de manera casi automática una alerta profunda, algo que en el día a día normal uno intenta mantener oculto en lo más recóndito, simplemente para poder seguir adelante. Lo de la foto para mí tiene algo de morboso, desde luego da miedo.
ResponderEliminarBesos
Araceli, yo dudé a la hora de usar esa expresión, por ser demasiado coloquial, pero vendría a significar lo mismo que si hubiera dicho "se trate del propio (rostro)". Quería evitar la repetición, no sé si con acierto. Un abrazo
ResponderEliminarLola, sí es un micro algo extraño. Un beso
Verdial, las obsesiones son puro material literario, de tan recurrentes. O eso creo que pueden llegar a ser. Un abrazo
Olga, la foto de Cándido la tenía guardada desde hace algún tiempo para cuando surgiera la ocasión. Muy inquietante, sí. Un beso
Gabriel, en cierto modo muestra las dos caras de la moneda, sí. Me gustó tu interpretación. Otro abrazo
María, creo que si en parte resulta perturbador es por eso mismo que comentas: sucede cuando lo más íntimo se convierte súbitamente -y de ahí el título- en lo más terrible. Los miedos siempre lo son. Otro beso para ti
Impresiona, sí. Y no me parece casual que el niño sea negro, como si para nosotros se tratase de un muñeco, de un ser extraño a nuestra vida cotidiana, anejo. Son una fotografía y un texto para pensar. Saludos cordiales.
ResponderEliminarImpresionante manera de narrar los subterfugios de un dolor establecido como norma, casi como razón o incluso modus vivendi. Me asusta pensar que más que el azar fuera ella quien persiguiera esa ausencia, y que sin ésta no pudiera seguir viviendo. Tenebroso.
ResponderEliminarAbrazos.
Gemma, me voy por otra línea, al fin lo mío son la líneas, creo que retratas espléndidamente el horror de la maternidad, cuando la maternidad no llega o, sucumbe o, se aparte o se niega, hay tanta fluctuación en la sique como muñecos en los aparadores.
ResponderEliminarEl mundo femenino, sus horrores y apetencias son tan pródigos que permite la exploración literaria. Los muñecos o muñecas, en este caso la cabeza cercenada, aumenta el terror.
Nos causan lo muñecos, en genérico, el sobresalto al saber que tienen casi todo para vivir y que solo les falta el ánima.
Un abrazo siempre perplejo.
Sergio Astorga
Yo me voy en la línea de interpretación de Sergio Astorga.
ResponderEliminarInquietante los sentimientos femeninos, o que se nos suponen a las mujeres, o que tenemos casi que tener solo por nuestra condición...
Atmósfera inquietante y casi palpable.
Un abrazo
La mirada selectiva de lo que realmente le preocupa a uno. Saludos.
ResponderEliminarpor cierto la foto es impresionante.
ResponderEliminar¿dónde se puede ver el resto de la serie de Cándido del Puente?
ResponderEliminarIsabel, la perplejidad es producto de que una imagen conduzca a la otra por necesidad, como si la primera convocara a la segunda... (En cuanto al muñeco, presenta este color porque -creo- está un poco quemado.) Un abrazo
ResponderEliminarAgus, a lo mejor hay algo de eso, sí. Lo tenebroso como resultado de la voluntad de convocar de manera consciente cierto tormento. Quién sabe. Besos
Sergio, comparto por entero tu visión: yo creo que, efectivamente, se mezclan en esta pieza el deseo y el rechazo como un sentimiento indisoluble, y de ahí -en parte- esa sensación perturbadora. Besos
Rosana, yo también lo creo. El sentido de culpa que padecen ciertas mujeres todavía es, hasta cierto punto, una carga inconsciente. Un beso
Isabel, lo que preocupa y obsesiona como si fuera un imperativo vital, sí. Por lo que refiere a las fotos de Cándido, yo accedí a ellas cuando estaba en Facebook. Luego se dio de baja y no he vuelto a saber más de él. Gracias y un abrazo
Me tomo este micro por el lado positivo, aunque muchos son los rastros inquietantes que dejas para perturbar al lector.
ResponderEliminarMuy bueno, Gemma.
Besos
En realidad, Torcuato, lo que pretendía en cierto modo era expresar esa "perplejidad" del título. Como si el personaje fuera por detrás de los hechos implacables, y a menudo insolentes, de su vida diaria.
ResponderEliminarBesos