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..Un destello que anhela permanencia, aspirando a ser reflejo; un árbol que sombrea y luego, sencillamente, un deambular pausado y diligente del campo por la luz, que cuartea espejos y apariencias a brochazo limpio, embarrándolo todo como cartón mojado, sin contemplaciones. A las doce en punto del mediodía la emboscadura se remansa y aquieta, desvelando su condición de barro, de légamo y limo sin fin.
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