Yo ya venía tan incierta que tanta incertidumbre me despertó la certeza de mi incertidad natural. Traducido: me admiran tus textos, píldoras filosóficas francamente excepcionales. Abrazos
. . Hermosa vida que pasó y parece ya no pasar… Desde este instante, ahondo sueños en la memoria: se estremece la eternidad del tiempo allá en el fondo. Y de repente un remolino crece que me arrastra sorbido hacia un trasfondo de sima, donde va, precipitado, para siempre sumiéndose el pasado.
El propio texto me hace dudar de su certeza.
ResponderEliminarNano, le añadí una coda por aquello de desambiguar un algo... (Ji)
ResponderEliminarBesones
¿Cómo decir algo medianamente intenligente después de esto, Gemma?
ResponderEliminarPorque solo sé que no sé nada ya está dicho, ¿no?
Un abrazo,
La duda de Nán ahonda en la incertidumbre que que despierta la más indiscutible de las certezas.
ResponderEliminarLa única es incertidumbre, las otras sólo son certezas (por cierto, las cerezas, como tus palabras, andan precisas y ciertas).
ResponderEliminarUn petó del tot cert...
Yo ya venía tan incierta que tanta incertidumbre me despertó la certeza de mi incertidad natural. Traducido: me admiran tus textos, píldoras filosóficas francamente excepcionales.
ResponderEliminarAbrazos
Pedro, por ahí va la cosa, en efecto. ¡Gracias! y un abrazo
ResponderEliminarAraceli, a la certidumbre le gusta el simulacro y el disimulo: el fingimiento en suma; de ahí que ignore adrede nuestra naturaleza perpleja. Un beso!
Josep, la incertidumbre es la única certidumbre, cierto. Més petons
Susana, jaja. Lograste lo más difícil: confundir a la certidumbre misma. Una abraçada