jueves, 21 de junio de 2012

Treinta y cinco

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En cualquier caso, pesa mucho más la conciencia que el cuerpo. Ved, si no, la serenidad con que descansan los muertos.

8 comentarios:

  1. Aparentemente relaja mucho perder lo más humano que tenemos.

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  2. No sé con que serenidad descansan los muertos, Gemma, pero sí sé que nada pesa más que la conciencia cuando no está limpia.

    Un abrazo,

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  3. Susana, creo que ahí está la clave: si la conciencia es lo más humano, necesariamente se convierte en lo más pesado de sobrellevar. Una abraçada

    Álter alma, mientras que los místicos españoles del siglo XVI pretendían librarse del cuerpo y de las pasiones que los ataban a la tierra, como una vía de purgación del alma; hoy -por el contrario- podríamos decir que esa carga ya no viene representada por el cuerpo (origen del pecado y de la culpa desde un punto de vista religioso), sino por el alma, o por decirlo sin connotaciones religiosas, por la conciencia, la cual vendría a ser una especie de alma laica. A eso me refería en realidad. Un saludo y bienvenida

    Pedro, eso creo yo también. Abrazos

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  4. Gemma, espero que así sea: que todo sea un juego de la conciencia con toda su inconciencia.
    No sé si los despojos sean serenos. Las imágenes que la sustentan si lo son.

    Abrazos en cualquier caso.

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  5. Menos mal que gracias al lenguaje podemos hablar de buena conciencia, y aligerar la plomiza mochila de actos impropios, antes que la muerte nos aproxime a la ligera levedad del "noser".

    Me gusta tu espacio.

    Una perta.

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"