miércoles, 23 de febrero de 2011

La señal

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-Ve por ese camino todo derecho, y cuando llegues al final hazte con tu deseo, ¡corre! Y que no te preocupe si, de pronto, te parece excesivo e inoportuno, le había dicho el mendigo aquella mañana insólita de luna llena.
-Pero ¿para qué?, ¿por qué debo hacerlo?
-¿No ves cómo la luna te agujerea con ojo pálido, mientras el sol se embosca en tu cabello travieso?
-Sí.
-Pues entonces date prisa, ¡no pierdas más tiempo!
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* Paul Delvaux, Soledad, 1955.
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sábado, 19 de febrero de 2011

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Al asalto del día
se retuerce la niebla
entre ramas esquivas.

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Al asalto del día retuerce la niebla las ramas esquivas.

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*La primera foto, premiada, es de Antonio Rodríguez. La de Abel Murcia, además de recordármela, me ofreció el pie de su título: "Al asalto del día" .
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jueves, 17 de febrero de 2011

De piernas, bigotes y matrimonios

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Tras superar aquella dieta feroz, decisiva, creyó encontrar el modo de cumplir con sus deseos, así que sin más preámbulos se dirigió hacia el armario empotrado del dormitorio y se puso el vestido rosa chicle, el único que se le ajustaba como un guante. Antes de calzarse los zapatos de charol y tacón fino de aguja, se encerró un par de horas en el cuarto de baño para depilarse piernas, axilas y bigote. Afeitarse por entero las patillas le iba a costar tan poco, de hecho, como dejarse barba a su mujer. El intercambio de cuerpos resultó decisivo para ambos.
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domingo, 13 de febrero de 2011

Papel de aguas

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Bridget Riley

Cuando el pececillo volvió a asomar su cabeza atunada a la superficie, no pudo evitar sentirse una vez más escamado: en su imaginación, aquel zumbido terrible (*) había cobrado de pronto las hechuras de una evaporación masiva de agua. De nada sirvió convencerlo de que se trataba de un simple efecto de sonido, ni mucho menos de que -por increíble que pudiera parecerle- fuera de aquellas aguas gélidas y ondulantes, no iba a encontrar más que una realidad hecha de papel maché. Sin atender a razones de nadie, ahora vuela insolente por los aires, no menos altivo que los demás pájaros.

(*)



(**) La imagen procede de
El vuelo mágico
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lunes, 7 de febrero de 2011

En caída libre

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Cuando despiertes de golpe en mitad de la noche y percibas de forma diáfana, asomado a la ventana, que la oscuridad del submundo rige con el mismo desgobierno descabellado del día, tan falto de claridades, tan lleno de veladuras, y te lo repitas para tus adentros apenas un instante, decidido a no darle más vueltas de las necesarias, sentirás de pronto, mientras tu pie ensarta a tientas la maldita zapatilla, cómo el agujero negro del pasado mañana te abisma.

* La foto lleva por título "Nueces de la muerte" y es de Paz Juan Robledo.
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viernes, 4 de febrero de 2011

Nuestro corazón

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es un reloj impaciente y tenaz: el único que se atreve a marcar -con furia justa, en dosis comedidas- esos cambios de tiempo -muertos de tiempo muerto y enterrado- entre horas, y de hacerlo a manos llenas, a cada rato; el único capaz de dar cuenta de los minutos que aminoran con veracidad de mareo; el único que hace sonar desde dentro eternos segundos en apenas un segundo escaso; el único que bombea con furia antigua y feroz.


* "De paso con el tiempo" procede de Al trasluz. Blog de Abel Murcia. Apuntes de traducción. Esbozos de fotografía.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Lo real

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VERSIÓN 1En su casa colgaba el espejo calidoscópico por excelencia, ese capaz de reflejarla múltiple y cambiante como era, y que unas veces insitía en mostrarla completa bajo la sucesión insólita de pasados recuperados; irreal otras, apenas dibujada por la sombra incierta de su memoria borrosa.


VERSIÓN 2De la pared de su casa colgaba el espejo calidoscópico por excelencia, ese capaz de reflejarla múltiple y cambiante como era, completa unas veces en la insólita acumulación de pasados que la definían, irreal otras por un exceso de memoria desdibujada e incierta.

VERSIÓN 3

En su casa colgaba el espejo calidoscópico por excelencia, ese capaz de reflejarla múltiple y cambiante como era: completa en ocasiones por la sucesión vertiginosa de pasados indelebles que se acumulaban; irreal otras, apenas perfilada por su memoria borrosa.

* Paul Delvaux, Le miroir, 1936.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"