Tras superar
aquella dieta feroz, decisiva, creyó encontrar el modo de cumplir con sus
deseos, así que sin más preámbulos se dirigió hacia el armario empotrado del
dormitorio y se puso el vestido rosa chicle, el único que se le ajustaba como
un guante. Antes de calzarse los zapatos de charol y tacón fino de aguja, se
encerró un par de horas en el cuarto de baño para depilarse piernas, axilas y
bigote. Afeitarse por entero las patillas le iba a costar tan poco, de hecho,
como dejarse barba a su mujer. El intercambio de cuerpos resultó decisivo para
ambos.
...
Jeje, Gemma, no puedo evitar el tópico, pero es que "nunca falta un roto para un descosido".
ResponderEliminarAparte de eso, me gustó cómo se dirige la narración hacia el final que además es una sorpresa anunciada porque está claro que la imagen era el detonante de la historia.
Besos (ah, y gracias ;-)
Buen intercambio. No hay nada como un matrimonio bien avenido.
ResponderEliminarBesos al cubo.
El título me encanta y la historia es impagable, Gemma. Podríamos definirla como una historia de amor moderna y vanguardista. La prosa y el ritmo, como siempre, marca de la casa. Y el cierre, preciso.
ResponderEliminarAbrazos.
Ja ja ja...estaría bien poder intercambiar los cuerpos igual que se cambian los vestidos. Hasta habría tiendas de alquiler de cuerpos para ocasiones especiales.
ResponderEliminarDescansar de tu anatomía, de tu rostro. Qué idea.
Le plagio a Agus su primera frase y la suscribo por completo. Título ad hoc e historia genial.
ResponderEliminarY además, le confesaré que me he reído mucho. Aunque el final, al menos para mí, es bien ambiguo.
La frase: Afeitarse por entero las patillas le iba a costar tan poco, de hecho, como dejarse barba a su mujer., impagable.
Un abrazo, meine Zauberin
Rocío, la imagen me la topé un mediodía de camino a la academia de alemán. Y, claro, no me pude resistir. :-)
ResponderEliminarProcuré, de todos modos, no contentarme con la imagen del hombre travestido, y entonces pensé que estaría bien que, como matrimonio bien avenido, llegaran al acuerdo de transformarse ambos por igual. Por aquello de seguir disfrutando de la armonía de siempre. Un beso y muchas de nadas.
Lola, de eso mismo se trataba, justamente. Lo viste muy bien.
Un abrazo fuerte
Agus, el título tiene ecos almodovarianos, a lo "Mujeres al borde de un ataque de nervios". Pero ya sabes tú que, a veces, los títulos más desquiciados son los más precisos y honestos con lo que se cuenta.
Me parece que nos vamos a ver pronto. :-) Abrazos
Araceli, y qué alivio dejar de ser uno mismo de vez en cuando... Yo también le veo al asunto sólo ventajas. Petons
Freia, el título revela en parte la lectura de la frase final; o eso me propuse al menos, aunque no sé si con mucho acierto. Lo que quería apuntar es que, al tratarse de un matrimonio, ese intercambio de cuerpos y, en consecuencia, de identidades que apunta Araceli, les va a permitir seguir juntos. Me gustaría mucho conocer tu lectura, en caso de ser distinta. Un besazo
Gemma,tal vez por ser febrero bronco, mi lectura me lleva a evocar a Magritte en esos collages, ingeniosos y provocativos.
ResponderEliminarRasurarse o depilarse bajo esta perspectiva es un acto totalmete morbido y provocativo.
Me encanta.
Un abrazo surreal.
Sergio Astorga
Eso es introducir la fantasía y la aventura en un matrimonio, y lo demás son tonterías. Un cambio de papeles como éste nos vendría bien a todos, pero a nivel general.
ResponderEliminarSaludos.
Sergio, no lo había pensado..., jaja. Como siempre, llevas razón.
ResponderEliminarUn abrazo magrittiano
Kokichuelo, claro que para que el intercambio resulte eficaz, es preciso que ambos lo ejecuten con parecida convicción... Ahí es nada.
Gracias y bienvenido.