Oh, tú, criatura alada, vuela alto si puedes, que sólo así podrá mi sueño voraz rondarte sin consuelo.
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* La imagen, titulada "Entre dos mundos", la he tomado prestada de la bitácora de Abel Murcia,Al trasluz. No deja de ser curioso que ambos títulos (el de la foto y el del blog) compartan la idea de umbral... En su bitácora, además de traducir a importantes poetas polacos contemporáneos, publica fotos enigmáticas y reveladoras como ésta.
Nada más despertar de la siesta, descubrió que bastaba
estirar los dedos, extender brazos y piernas, para congraciarse con el aire de
la tarde. Tras recomponer su vestido de lino echó a andar por caminos
pedregosos y senderos, recabando memorias vegetales. A esa hora los rayos de
sol volvían dóciles zarzales y rosas. Pudo conocer todo tipo de flores y
plantas. Varias veces trató la noche de sorprenderla, derramando
oscuridades. Pero Flor no se amedrentó. En absoluto quería volver a un
redil hecho de parterres; antes bien, prefería reimplantarse en cualquier parte
ventilada, entre semejantes. Y fue así que no regresó. Ha descubierto que adora
las tormentas de verano.
Aquel hombre bebiópara olvidar a la mujerque amaba,y la mujer amó para olvidar al hombreque bebía.
Mario Goloboff, “El tango”, en VVAA, El límite de la palabra. Antología del microrrelato argentino contemporáneo, edición de Laura Pollastri, Menoscuarto, Palencia, 2007, p. 134.
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.. La olvidadiza Para olvidar el tango, y al hombre que amaba, la mujerolvidaba ala mujer bebedorapara que aquel hombre bebiera amando.
La tornadiza Para olvidar a aquel hombre (y al tango), la mujer bebedora amaba el hombre quebebíapara que la mujerle olvidaseamando.
A la de tres caerás en un profundosueño que te trasladará a tus años más
silvestres, allá cuando vivías sin memoria, con la ligera congoja deapenasun par de deseos vagos, y te dejabas
mecer por el viento y el cricrí ensordecedor de tus semejantes, o te
arrastrabas por entre tallos y hojas en busca de alimento, a resguardo de los
saltamontes más fieros, siempre dispuestos a atacarte por el flanco, o te
emboscabas noches enteras para hundirte -si había suerte- en aguas cenagosas...
A la de cinco despertarás entumecido y mareado, sin que logres
comprender lo que te sigo contando.
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* La foto, de Luis Matilla, aparece como emblema de su bitácoraLa realidad inventada;a mí me gusta sobre todo la serie que le dedica a la gente de Almería, en la que aparecen, certeramente retratados, amigos, conocidos y familiares.
.. Y entre tanto, la luz abriéndose paso una vez más, empeñada -tozuda como es- en alimentar y fermentar cualquier atisbo de vida que sea capaz de arraigar [de enraizar, brotar yerguirse, de prosperar en suma] entre rastrojos y hojarasca.
Llamada al orden. Cuando terminesde besarme no te olvides de poner, otra vez,todas las cosas en su sitio:el mar,las nubes, las caracolas ─siempre tan inoportunas─,el aire,ese arco iris que no sé de dónde ha salido,las flores del jarrón y el azul añil del cielo, por favor. Juan Yanes
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La caracolas, siempre tan inoportunas
Por favor,del jarrónhan salidotodas las cosas: llamaal mar otra vez, que no sé delas floressu sitio.Pondondelas nubesalaire,yen orden el azul añilde ese arco iris.Cuando termines el cielo, no te olvidesde besarme.
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ANCH'IL MAR PAR CHE SOMMERGA
(Bajazet (Il Tamerliano) II, 2-Idaspe)
Anch'il mar par che sommerga Quella nave, che tu vedi Dissipata da procelle. Poi la vedi, e par che s'erga Presso all'altra in fra le stelle.
Aunque parezca que el mar esté hundiendo aquel barco que tú ves destruido por la tempestad; más tarde lo verás resurgir de las aguas junto a los demás en mitad de las estrellas.
Cuando el ángel bajó del Cielo dispuesto a salvar al único hombre bueno que habitaba la Tierra, las aguas de Dios lo habían sepultado bajo arenas movedizas. Desde entonces, la conmoción de Azrael es un techo de arena que le impide regresar.
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* La imagen, una bella vista de la bahía del Mont Saint-Michel, en Normandía, fue tomada el pasado mes de junio por Paz Juan Robledo, Condesa de Freia. ..
. . Hermosa vida que pasó y parece ya no pasar… Desde este instante, ahondo sueños en la memoria: se estremece la eternidad del tiempo allá en el fondo. Y de repente un remolino crece que me arrastra sorbido hacia un trasfondo de sima, donde va, precipitado, para siempre sumiéndose el pasado.