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Cuando el ángel bajó del Cielo dispuesto a salvar al único hombre bueno que habitaba la Tierra, las aguas de Dios lo habían sepultado bajo arenas movedizas. Desde entonces, la conmoción de Azrael es un techo de arena que le impide regresar.
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* La imagen, una bella vista de la bahía del Mont Saint-Michel, en Normandía, fue tomada el pasado mes de junio por Paz Juan Robledo, Condesa de Freia.
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la gran pesadilla de las arenas movedizas
ResponderEliminara punto hemos estado de ir a St.Michel este verano
estupendo el relato y las fotos y su paradójica disposición, tan bien entreverada con el sentido del relato.
ResponderEliminarLa incógnita: ¿Quién sería ese único hombre bueno sobre la Tierra? ¿Por qué Dios siente la necesidad de enviar un ángel a rescatarlo? ¿Rescatarlo de quién o de quiénes? ¿Para llevarlo dónde?
Un abrazo, Javier.
Parece un ángel cumplidor, empeñado en llevar a término su encargo. Se mire como se mire, preciosa y tenebrosa (como el futuro de la Tierra) fotografía.
ResponderEliminarBuenísimo, Gemma, me ha encantado.
ResponderEliminar" Su conmoción es un techo de arena que le impide regresar" es una frase bellísima, de esas que a uno le gustaría haber escrito. Enhorabuena.
Qué forma más bella de quedarse atrapado. Felicidades a las dos.
ResponderEliminarBesos dobles.
Bueno, yo no veo que Dios envíe al ángel, a mí me da que el ángel se ha pasado de listo y se ha empeñado en salvar al último hombre por lo que Dios lo ha castigado atrapándolo. Lo que pasa es que Gemma lo cuenta tan bellamente que el castigo nos parece hermoso, la vida en definitiva.
ResponderEliminarUn beso Gemma
Conmocionado, sin emargo no parece que la arena le impida respirar, qué claustrofóbico, seguir vivo para contemplar su prisionero estado. Cien mil veces debió preguntarse si le pasaría por bueno.
ResponderEliminarun beso Gemma
la belleza de las fotos que luego contiene un mensaje trampa, unas palabras cárcel mitológicas
ResponderEliminarmuchos besos
querida Gemma:
ResponderEliminarhe pensado que, si en la Tierra sólo hay un hombre bueno, sería importante que el ángel no se lo llevara...parece que andamos bastante necesitados de bondad. Aunque quizá el peso de esa responsabilidad sea parecido al de las aguas de Dios que lo sepultan. Mi esperanza se parece a ese horizonte de la hermosa fotografía, con sus claros y sus oscuros.
Un abrazo fuerte
A veces, a Dios no hay quien lo entienda... ese techo de arena ahoga la perplejidad del ángel.
ResponderEliminar¿Se sabe algo más del hombre bueno, la gran incógnita del relato?
Necesitamos segunda parte;-)
Besos, sister.
Creo que Dios se dió cuenta de que había mandado al angel equivocado, el angel de la muerte, y prefirió hacer él mismo el trabajo.
ResponderEliminarNuestra amiga Paz ha hecho una bonita fotigrafia.
Un beso.
Qué difícil regreso...Recuerdo Mont ST. Michael como un lugar mágico, atemporal, intenso en su belleza.Tu prosa es siempre un lugar donde merece la pena sepultarse, aun a riesgo de no regresar;)Un besazo
ResponderEliminarSi ese supuesto dios (porque le concedo el estado de inocencia de la no existencia hasta que se celebre el juicio final y lo pueda comprobar, que vaya usted a saber si llegará a celebrarse) fuera tan creativo para crear soluciones como lo es para castigar, esto sería Jauja. Pero es como los malos jefes, unos incompetentes que luego vociferan.
ResponderEliminarFelicidades a las dos.
Que gran soledad la de ese dios incapaz de atraer al único hombre bueno.
ResponderEliminarQue buena escritura la tuya.
Un beso grandote,
Aroa, o la pesadilla de ser tragado, engullido, deglutido, borrado. Yo la he tenido de forma recurrente desde que era muy niña, ya ves.
ResponderEliminarMont Saint-Michel es de una belleza de cuento. Lo irreal hecho realidad. No dejéis de visitarlo.
Besos
Javier, la foto me llevó al relato y el relato a invertir la foto, jaja. La creación es siempre un camino de dos sentidos, de idas y vueltas que se retroalimentan mutuamente. Aparte de que a mí me encanta dialogar con amigos como Paz.
Besos y gracias por el comentario
Antonio, un ángel fieramente humano, como decía Blas de Otero. Por lo demás, no creo que lo consiga, pero ahí está al menos intentándolo. ;-) Un fuerte abrazo
Araceli, a veces lo terrible es ver cómo actúan los demás. El pobre ángel se quedó perplejo (y paralizado) ante esa condena divina que parece impuesta desde el mismo principio. Basta darse una vuelta por ahí para verlos enterrados y maniatados. Besos, y gracias
Isabel, ese gesto del ángel a mí se me antoja tan puro que merecería echarse a volar él solo, sí. ;-)
Un fuerte abrazo
Ese ángel ha sido castigado por haberse comportado con tamaña humanidad. Paradojas del Cielo.
Un beso, Jesús
Isabel, ser bueno consiste en eso mismo que señalas: en apreciar y detectar el dolor ajeno, y en obrar en consecuencia. Gracias, y un fuerte abrazo
Lara, la belleza de la foto es tal que sin duda merecía ser apreciada desde todos los ángulos posibles. Hay en esa inversión propuesta no sólo una voluntad de diálogo, sino también de guiño a la autora, gran aficionada a identificar todo tipo de relaciones y cambios de significado, sinestesias, trampantojos y cintas de Moebius aparte; de profundizar en suma. ;-)
Y claro, luego está la mirada de Paz, tan así. Un beso grande
María, me gusta mucho tu visión positiva. Acabas de convertir la condena en liberación, por paradójico que resulte. (Eres como ese ángel). ;-) Un beso fuerte y grande para ti
Olga, creo que ha sido redimido por ese mismo ángel crucificado por las arenas y aguas del buen Dios.
Si me entero qué fue de él, te aviso, descuida. Muchos besos
Marisa, gracias. Lo cierto es que el maridaje entre texto y foto fue casi automático, tal como sucede con los flechazos. ;-) un beso fuerte
Antonio, quién sabe... ¿Por qué se caerán los ángeles del Cielo? ¿Tú lo sabes? Un abrazo
Nano, a mí me ocurre que veo al Dios cristiano como al dios Cupido, con una venda en los ojos, repartiendo amor a diestro y siniestro... Besos, querido
Izaskun, la soledad de Dios tiene que ser por fuerza reflejo de la nuestra. Si no, ya me dirás cómo se entiende esta vida... Muchos besos
Buenos días, meine liebste, y hoy más que nunca, Zauberin.
ResponderEliminarMe ha venido bien recordar la historia de Azrael y leerme los hermosos comentarios de tu blog para acercarme a dar el mío.
Repito lo que te dije en FB. De una foto que intentaba solo captar arenas movedizas y paisaje desolado y fantástico a un tiempo, extrajiste una histoira fantástica, desolada, hermosa y me temo que poco esperanzada.
La Biblia dice que Azrael será el último en morir. Y si en tu relato muere...
El Dios cristiano, para mí, es fundamentalmente soberbio y dado mucho más al castigo que al perdón. No es justo con Azrael uno de sus más fieles servidores y la inclusión del poema de Otero (que desconocía y me ha conmovido profundamente con sus "grandes alas de cadenas"), me reafirma más en ello.
Me parece cruel ese Dios omnipresente y omnipotente que castiga con la prisión, el ahogo lento y la muerte anunciada a quien rescata la bondad. Tener un techo de arenas movedizas que te sella el cielo y te condena al abismo del infierno es la peor muerte posible para un ángel. La más terrible, la más incongruente además.
¿Por qué caen los ángeles? Quizá simplemente porque Dios es acaparador e injusto. Lo menos que le puede pasar es quedarse y encontrarse solo. Lo tiene bien merecido ¿no?
Gracias, mil gracias por darle un sentido tan hermoso a mi fotografía. Ya solo le falta algo de música de...
¿Schönberg, por ejemplo? Siempre me pareció el músico de la belleza en medio de la desolación.
Un beso limpio, respirable y nada arenoso cuando la emoción que me ha provocado tu texto me deje. Y gracias de nuevo MegaMaga Gemma.
Gemma, palabras mayores. La envidia teológica ha devastado los poco Ángeles que quedaban.
ResponderEliminarAlberti podría escribir un poema sobre "El Ángel arenoso" que podría comenzar: Cuando la arena era todavía cielo...
Abrazo en cieno lamentoso.
Sergio Astorga
Tal vez sea ese techo de arena lo que le impide regresar, o tal vez que se encuentra más a gusto entre hombres malos insepultos, que entre absurdos dioses sepultados.
ResponderEliminar¿Texto e imágenes? preciosa hermandad.
Un beso Gemma.
La imagen es bella y el texto bellisimo....................
ResponderEliminarLa idea de quedar sepultada en la arena es espantosa. Cuando estuve en Mont Sant Michel, me acordé de un cuento de mi infancia en que una niña apoyaba en el suelo un pan para cruzar una zona fangosa y se hundía con él: era uno de esos recuerdos sepultados (también) en lo más hondo de la memoria, pero entonces afloró de manera brutal.
ResponderEliminarHermoso texto y hermosa fotografía la de Freia. Saludos cordiales.
¡Uf! ¡no quisiera estar en el lugar de ese ángel atrapado!Felicidades a las dos: a ti, Gemma por el relato que camina entre lo real, lo irreal y lo sobrenatural y por ese dominio de las palabras; a la condesa Freia por la bella y extraña foto, que tú has sabido utilizar así de bien para ilustrar tu micro.
ResponderEliminarBesos.
Mi querida Condesa, ciertas imágenes sugieren determinadas imágenes con especial fuerza, y así me sucedió con la tuya: en ella hay desolación, belleza y también una espera que parece interrogar al Cielo. Y, claro, ya fuera de modo consciente o no, fotografiaste sobre todo esa clase de calma que sucede a la tempestad. O que la precede. Tu imagen me dio el tono del micro. Y su fuerza.
ResponderEliminarUn besazo
Sergio, los ángeles se van cayendo poco a poco hasta que un día descubramos que no sabemos volar.
(Y qué bonito principio propones).
Besos
Josep, se queda con el hombre porque comparte su misma desolación. Lo viste muy bien. Un fuerte abrazo
Gracias, Luiz. A mí me tiene fascinada ese caracol que luce de emblema en tu perfil. Besos
Isabel, y atávica, sin duda. No se me ocurre nada más parecido al infierno que la conciencia de la propia disolución. (A ver si consigo ir a tu presentación del jueves. Ando de traslado, pero lo intentaré.
Un fuerte abrazo y ¡muchísima suerte!).
Luisa, sospecho que Freia es una gran fotógrafa, aunque no se prodigue demasiado en esta faceta casi oculta.
A mí me gusta sobre todo su manera de mirar. O de enfocar. ;-)
Besos