Volúmenes
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Ay, si los deseos fueran diáfanos y distinguibles como ese aire que recorta el bosque.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
Fíjate si es distinguible, que lo es por partida doble: la sintaxis de tu frase ofrece doble sentido: el aire como sujeto y también como objeto. El aire recortado por el bosque o el bosque recortado por el aire. Me gusta más el segundo, quizás. Un abrazo.
ResponderEliminar(PD.: Corrijo ahora una errata deslizada en el comentario anterior)
Gemma, seguiríamos igual de insatisfechos.
ResponderEliminarDiáfano abrazo.
Sergio Astorga
Antonio, a mí también me gusta más la segunda opción. Que sea el aire el que lima y pule, dando forma al bosque...
ResponderEliminarUn beso
Sergio, ay, si la insatisfacción fuera menos diáfana y distinguible... ;-P
Otro beso
ay ... y si los humanos no fueramos tan caprichosos a veces...
ResponderEliminaro tan difíciles de contentar...
Hay veces que los deseos se esconden o pasan inadvertidos como la pareja diminuta, a mí me parece que pasean.
ResponderEliminarQuién si no el aire deja caer las hojas en otoño.
Me gustan tu frase, se presta a interpretar por cada uno lo que sugiere a la vista de esta bella imagen.
Abrazos
Entre las esculturas de Chillida y Oteiza, simplificando mucho, puedes encontrar dos tipos: las que crean volúmenes y las que los contienen. Creo que yo también prefiero el bosque recortado por el aire.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo no querría tener deseos diáfanos y distinguibles... pero me gusta que lo sea el aire que recorta el bosque.
ResponderEliminarUn beso claro y distinguible, meine liebste.
Perderían todo su calor.
ResponderEliminarPABLO GONZ
Araceli, no te falta razón.... Demasiadas veces nos mostramos como dices. Lo de la insatisfacción me parece, más bien, algo crónico e irremediable; propio de la condición humana. A decir verdad, lo primero suele ser consecuencia de lo segundo... Besos
ResponderEliminarIsabel, en efecto, los volúmenes del título hacen referencia al aire y al deseo como un modo de expresar la fuerza de lo inasible e intangible; de todo cuanto nos determina sin que -a menudo- lo sepamos reconocer. (Sabía que ibas a encontrar a esa pareja...) Un beso
Jesus, el aire modela el paisaje, qué duda cabe. Otra cosa es que sepamos apreciarlo, sacando de ello una lección de vida. (Y de humildad.)
Un abrazo
Freia, aun cuando el texto esté formulado como un deseo, de lo que se trataba era de constatar la obtención de un mismo resultado, como adivina Sergio. Aun cuando ambos, deseo y aire, compartan su condición inasible, ello no los vuelve menos efectivos ni determinantes...
Un fuerte abrazo
Pablo, es muy probable. El misterio suele ser invisible también.
Un abrazo
¿Lo ves como es demasiado alto para mí, Zauberina?
ResponderEliminarPor eso hago bien en leer, intentar entender, disfrutar del texto y callar ;-PP
Beso grande, meine liebste
Pero el texto, como apunta Isabel, permite otras lecturas. O a mí me gustaba la idea de que así fuera... Pablo y tú -creo- lo habéis entendido de manera semejante... Me parece muy loable que ambos queráis salvaguardar su misterio. Aun cuando se trataba de formular un imposible, si los deseos fueran diáfanos y distinguibles, mucho me temo que haríamos lo indecible por que fueran secretos... ;-)
ResponderEliminarBesos
Qué rico: ¡deseos volumétricos!
ResponderEliminarBesito recortado por la admiración.
Los deseos son el bosque que deseamos cuando estamos en el bosque; ¿Tus palabras? el solecito que se cuela entre las ramas....
ResponderEliminarUn beso para nada emboscado....
Se terminarían los paseos a la deriva, sin motivo, para descubrir que un motivo nos sacó a pasear.
ResponderEliminarIzaskun, si el deseo tuviera medida, no cabríamos en esta página. ;-) Un beso y gracias
ResponderEliminarJosep, ¿se desea -y respira- mejor en el bosque? Seguro que sí. Un petó
Nano, me gusta mucho lo que dices. Yo también lo creo.
Un abrazo
Sería una lástima, porque en ese caso el bosque dejaría de sernos útil como símil y nos habríamos perdido una entrada tan bella. Besos, querida amiga.
ResponderEliminar¡Qué belleza!.Si los deseos fueran diáfanos no sé si podriamos soportarlo,tan acostumbrados estamos al secreto...pero estaría muy bien.Besos.
ResponderEliminarCuando me veo venir el deseo de un deseo, cojo el azadón y me voy a cavar al huerto. Al cabo de un buen rato, ya sólo deseo sentarme –la cervecita en una mano y en la otra la risa que da deshacer el entuerto-.
ResponderEliminarIsabel, el bosque y, con él, la naturaleza toda como metáfora de la vida, a mí me resulta inacabable... Un abrazo
ResponderEliminarBambú, yo también lo creo. Seríamos otros; de eso no me cabe ninguna seguro. Aunque no creo que ello fuera garantía de su cumplimiento, ni mucho menos. Por no hablar del encanto que tiene lo secreto... Un beso
Ver venir el deseo de un deseo debe de ser algo muy gordo. ;-P
Abrazos al sol
Fe de erratas:
ResponderEliminarPara Bambú: Seríamos otros; de eso no me cabe ninguna duda...
A mí me ha recordado una enorme melena peinada por un viento invisible; más que recortar, el viento se percibe porque nos acaricia la superficie, porque la piel lo nota, como nota el deseo (o al menos algún tipo de deseo, no del todo desdeñable, si bien no siempre diáfano;-)
ResponderEliminarUn beso, sister.
Olga, en efecto, aire y deseo son más semejantes de lo que pudiera parecer: no sólo por la naturaleza intangible que comparten, sino también por su absoluta rotundidad cuando ambos deciden manifestarse.
ResponderEliminarBeso de vuelta