sábado, 6 de noviembre de 2010

Espejismo a la arena



Cuento de arena

Un día la ciudad desapareció. De cara al desierto y con los pies hundidos en la arena, todos comprendieron que durante treinta largos años habían estado viviendo en un espejismo.

Jairo Aníbal Niño, “Cuento de arena”, (Toda la vida, Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1979), en Henry González, ed., La minificción en Colombia, Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, 2002, p. 60.

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Espejismo a la arena

Y un día desaparecieron todos los pies durante treinta largos años, hundidos en la arena, con el desierto de cara. Habían comprendido que estaban viviendo en una ciudad de cuento.

* La foto fantasmal de Valladolid es de Angel G Adanero.


martes, 2 de noviembre de 2010

Con su mismo rostro



Nunca me propuse agradar como vosotras. Esas funciones subsidiarias no iban conmigo. Mi destino había sido perfilado muy otro desde el principio, determinado como estaba a achantar ánimos y bríos feroces, a fin de lograr que aquellos hombres engañosos no nos sojuzgaran en exceso; porque ¿cómo, si no, íbamos a poder hacerles frente? Mientras vosotras bailabais y seducíais con vuestros colgantes y afeites, alguien había de convencerlos de que sus esfuerzos eran vanos; persuadirlos al cabo de que su pronta derrota era cosa segura. Como la rabia que nos reconcomía el cuerpo entero. Decírselo sin aderezos, con su mismo rostro desfigurado, ese propio que guardaban bien adentro.



domingo, 31 de octubre de 2010

Espejito mágico



-¡Pssst!
-¿¡!?
Pssst, pssst, sí tú!
-¿Yo? ¿Qué pasa?, ¿qué quieres?
-¿Te importa si te pregunto algo?
-¿¿!!
-¿Podrías decirme, si no es mucha molestia, cuál de entre nosotras es la más bella?

lunes, 25 de octubre de 2010

La máscara parlante



Dos ojos de fuego en mitad de un rostro encendido me miran, insolentes, por entre los cristales del local. "No pienso hacerlo", le digo de pensamiento, "no insistas". Pero insiste, como era de esperar. De sobra conoce que su sonrisa sellada en brillante dentadura no tiene parangón.



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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"