miércoles, 19 de junio de 2013

Desolación de la nada

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Salimos a almorzar. Pedimos. Nos sirven una pizza enorme, inextinguible, perpetua. Comemos con voracidad pese a que, por entonces, nos ha ido invadiendo la sensación creciente de haber sido engañados. Pagamos con disgusto aunque la pizza estuviera muy rica, malhumorados. De camino a casa, un viejo de pelo blanquísimo yace con sus dos perros bien avenidos junto a la boca del metro. Los devora un sol fiero mientras se acompañan. Tras tenderle la bolsa con los restos de pizza humeante, no puedo evitarlo: le doy las gracias.
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domingo, 16 de junio de 2013

Setenta y seis

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Lo que se escribe es nuestro. Pero no somos nosotros.
Carlos Pujol
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Un día fue nuestro cuanto escribimos. Tal vez mañana también lo sea.
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domingo, 9 de junio de 2013

Estela lívida

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Hay muertes 
que no 
terminan 
nunca
que se enquistan 
a cada rato
acostumbradas 
como están 
a consumirnos 
de a poco 
y a encostrarse
crispándonos 
sueños y letras 
mientras una estela 
lívida proyecta 
ansias 
de memoria 
dignas de un porvenir 
mucho más dulce. 
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Hay muertes que no terminan nuncaque se enquistan a cada ratoacostumbradas como están a consumirnos de a poco y a encostrarsecrispándonos sueños y letras mientras una estela lívida proyecta ansias de memoria dignas de un porvenir mucho más dulce.
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viernes, 7 de junio de 2013

Entresueño

Esta madrugada ha amanecido de improviso, como si a la noche la hubieran abandonado sus invitados. Serían las 3 o las 4 cuando los pájaros han estallado en un piar desconcertante de trinos orquestales, alborotándome la duermevela. El parto del día ha dado a luz un perfecto simulacro, pero no he podido conciliar el sueño de nuevo. ¿Por qué celebrarán así, cada vez, la misma jornada? ¿O es que acaso son siempre otros los pájaros?



miércoles, 5 de junio de 2013

Setenta y cinco

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Lo que me desagrada de facebook no es tanto que nos empuje a estar en medio a sol y sombra, venga o no a cuento; sino esa especie de celebración extemporánea que fomenta de la más simple de nuestras ocurrencias, como si su objetivo fuera la mera inserción de contenidos sin editar.
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domingo, 2 de junio de 2013

La puerta entreabierta, de Fernanda Kubbs


La vida amplificada

En esta primera novela firmada por su hermana de tinta, Fernanda Kubbs, Cristina Fernández Cubas vuelve a recuperar los extraños mundos de doble fondo que ya le conocíamos de sus cuentos, plagados de espejos, distorsiones, y lupas de aumento, pero también de hermanas gemelas –como lo es, de hecho, esta Fernanda que ahora la representa– y distintas clases de seres desdoblados, dispuestos a cruzar cuantas puertas entreabiertas les salgan al paso, a veces sin ser conscientes de ello.

Novela de aventuras y misterio, más que propiamente fantástica, Isa es una joven con el cometido de realizar un reportaje para el periódico en el que trabaja a partir de la visita a una vidente; pero todo se tuerce de pronto cuando, tras un conjuro inadvertido, se despierta absorbida y empequeñecida en el interior de la bola de cristal de la falsa adivina, Krauza-Pepita, pues, como enseguida veremos, las cosas no son lo que parecen. Aquí empieza, por tanto, su particular odisea –entre mágica y fantástica– por desandar el camino recorrido y tratar de volver a su otra realidad, aquella de la que procede, si bien a lo largo de sus páginas iremos viendo cómo establece contacto y estrecha vínculos con los habitantes que pueblan este mundo especular en el que ha desembocado por accidente; cambiando una vez más las prioridades que tuviera al despertar convertida en una especie de Pulgarcita o de Alicia; no en vano, el envés del mundo y de las cosas es capaz de revelarse tan o más auténtico que su haz.
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Múltiples son las relaciones asombrosas que se nos revelan a lo largo de su lectura: no solo la evidente entre CFC (de iniciales palindrómicas, por cierto), Fernanda Kubbs y su reportera protagonista, en su papel de narradora de La puerta entreabierta; sino también las que conservan algunos personajes, como sucede con la pareja Baltus-Miroslav, quienes desempeñan un papel complementario el uno del otro en sus respectivos mundos, conectados por una especie de hilo invisible; sin olvidar las frecuentes remisiones que, como lectores, iremos trazando entre puertas entreabiertas, escondrijos, cortinas corridas –o de agua, umbrales y fronteras varias, también entre las que separan la vigilia del sueño, o la presunta realidad objetiva del relato fabulado. No en balde, la novela está trufada de cuentecillos que son relatos orales narrados por los mismos personajes, como de hecho ocurre ya –si nos remontamos a los orígenes de nuestra tradición narrativa– en El Quijote, y cuyo poder de sugestión consiste en ilustrar o profundizar en los sucesos de la trama principal.

Así pues, y a diferencia de lo que acontece en el mundo objetivo, donde el discurso de lo real tiene preponderancia, en ese otro mundo que la pequeña Isa vislumbra desde la lupa de aumento en que se ha convertido la bola, los sucesos son interrumpidos, amplificados o alimentados constantemente por infinidad de historias secundarias a modo de fábulas morales, con un pie –eso sí– en la realidad, pues como ha declarado la autora, parte de esas historias presuntamente secundarias se dejan rastrear fácilmente a través de Internet. Una vez más, nos topamos entonces con la ambigüedad o dificultad a la hora de deslindar entre la sustancia del discurso perteneciente al plano de lo real y el mucho más fascinante de la ficción. Tanto es así que cuando Isa despierte al mundo real, por llamarlo de algún modo, tendrá que recurrir al sueño para bucear en sus recuerdos y convencerse de que su vida en la bola de cristal, en fin, llegó a suceder de veras. El epílogo funciona, en este sentido, como una vuelta a la normalidad cotidiana, a la recuperación de su identidad primera, pero también como un empeño por tratar de encontrar ese hilo que la conecte de nuevo con esas gentes del otro mundo. Una puerta entreabierta más que el lector no dudará en traspasar gustoso.
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* El pasado mes de mayo publiqué la siguiente reseña en la revista de literatura Quimera. Con ella inicio en el blog una sección de crítica donde iré colgando, al terminar cada mes, las distintas reseñas que vayan saliendo.
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jueves, 30 de mayo de 2013

Setenta y cuatro

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No conozco un solo autor que aguante una mala crítica. Sobre todo si es negativa.
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lunes, 27 de mayo de 2013

Setenta y tres

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La naturaleza del texto resulta cambiante en la misma medida en que el lector muda de hoja.
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domingo, 26 de mayo de 2013

Setenta y dos

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Lo que parecía rabiosamente moderno acostumbra a corroerse de puro viejo.
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jueves, 23 de mayo de 2013

Setenta y uno

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                                             Para Franz Frichard
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Cuando uno duda, avanza.
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miércoles, 22 de mayo de 2013

El nacimiento de Venus

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El paisaje giraba y rugía como un remolino. Yo soñaba despierta, mientras contemplaba por la ventanilla el dibujo que trazaba a brochazos la velocidad. El conductor avanzaba impasible, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo. Un rato antes, el crucifijo del retrovisor había empezado a bailar algo parecido a una danza macabra. Cuando el autobús volcó, el disparador de la cámara alcanzó a captar la imagen de una Venus fugitiva. No hubo supervivientes.
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domingo, 19 de mayo de 2013

J'ai trois pièces traduites en français!

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El ojo de cristal

        Aquel ojo de cristal tenía la transparencia y el brillo de una mirada límpida y sin dobleces, diáfana de puro fulgor. Tanto era así que él la seguía amando, única y exclusivamente, en virtud de aquel ojo falso de perlas nacarado, y no del otro sano y verdadero que le quedaba, auténtico, sí, pero absolutamente vulgar.


Verdadera naturaleza

        Cuando era niña le gustaba morderse los labios hasta provocarse llagas; las uñas hasta el límite mismo de rompérselas; los dedos hasta hacerlos sangrar.
Ahora que ya es mayor le gusta pintarse los labios para redefinirlos; las uñas para aumentarlas; los dedos, de negro tiznado, para devolverlos a su verdadera naturaleza de bruja piruja.


Juegos de niños

        Aquel personaje salió de la página para tomar un poco de aire fresco. Al principio, nadie lo echó de menos, tan secundario era el pobre, pero a partir del tercer día la niña de ojos vivaces empezó a buscarlo con insistencia.
Transcurrida la primera semana, la pequeña iba levantando con sus dedines todas las alfombras, no fuera que se le hubiera caído como por descuido, el rostro bañado en lágrimas.
-¿Pero qué buscas, tesoro? -le preguntaba su madre.
-Un tete. Falta un tete -respondía, compungida, mientras el dedito señalaba el cuento de tapas duras.
Al personaje, que por entonces se hallaba extasiado ante el descubrimiento de una realidad tan fuera de lo común, fantástica a decir verdad, aquel súbito desvelo de la niña le había conmovido de tal modo, que tras vacilar unos instantes decidió regresar a su antiguo libro en calidad de huésped. Sin duda quería complacerla.
A la niña, le bastó verificar que, de un salto, se había metido en el cuento, para arrancar de cuajo aquella página, temblorosa aún tras sumergirse en ella el visitante. Con sus manitas rechonchas, estrujó la hoja sin contemplaciones, arrojándola poco después a la basura, hecha una pelota.


* Hasta la fecha, han traducido, entre otros, a Susana Camps Perarnau, Rosana Alonso, Jesus Esnaola, Ana Vidal, Manu Espada o Lola Sanabria García. ¡Felicidades a todos! Y gracias, en particular, a Félix Terrones por su mediación. La traducción es obra de Caroline Lepage. Los tres microrrelatos aparecen recogidos en La danza de las horas, Eclipsados, Zaragoza, 2012.
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sábado, 18 de mayo de 2013

Ese otro rostro

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Yo soy lo que mi rostro 
esconde
lo que mi rostro 
ignora
lo que mi rostro 
no recuerda haber visto
y sin embargo vio y ve y seguirá 
ignorando;
ese otro rostro que los demás 
-en ocasiones-
reconocen en mí;
justamente, 
ese 
otro 
rostro.
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* La escultura es de Igor Mitoraj. La foto, de una servidora.
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miércoles, 15 de mayo de 2013

Sesenta y ocho, sesenta y nueve, y setenta

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Nuestras carencias engordan.
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Carecía de sentido del humor y de empatía; es decir, del menor atisbo de humanidad.
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«Tener o no tener». Esa es la sinrazón.
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lunes, 13 de mayo de 2013

Carecrezco

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"Soy aquello de lo que carezco, soy mis carencias, lo que no soy". 
Rafael Chirbes, En la orilla, Anagrama, Barcelona, p. 379.
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Hay días en que de cuanto carezco, apenas crezco. 
Otros, más bien, decrezco por lo mucho que carezco. 
Al final, bajo cualquiera de ambas circunstancias, carecrezco cariacontecido.

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miércoles, 8 de mayo de 2013

martes, 7 de mayo de 2013

Sesenta y seis

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El protagonista es aquel tipo que, precisamente por serlo, no necesita interpretar ningún papel.
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martes, 30 de abril de 2013

Relación sumamente equilibrada

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Me parece el colmo de la casualidad que cada vez que yo llame, tú no estés; por lo mismo, debería empezar a acostumbrarme a que cada vez que tú no llames, sí esté.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"