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En realidad, hijo mío, los árboles pierden sus hojas como un ejercicio de modestia. Para recordarnos a nosotros, especie pretenciosa donde las haya, que ni siquiera somos capaces de mantener un día entero su misma desnudez.
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Variación 2
En realidad, hijo mío, los árboles pierden sus hojas debido a su extrema sabiduría, recordándonos, ufanos, que para andar por el mundo les basta su desnudez.
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Variación 3- En realidad, hijo mío, los árboles pierden sus hojas porque han descubierto, sabiamente, que desnudos se recibe mejor el buen tiempo.
ResponderEliminarSalud y República
Variación 4- En realidad, hijo mío, los árboles pierden sus hojas porque obedecen el pulso de su sabia sin rechistar, no saben ocultar lo que les pasa por dentro.
ResponderEliminarSe visten de gala sólo cuando deben.
Besos, Mega.
variaciôn 5- En realidad hijo mîo,
ResponderEliminarser ârbol y ver erguido e impasible, cômo de tus ramas, , año tras año, las hojas caen a tus pies oyendo su crujr en las huellas del olvido, es un ejercicio de modestia.
Gracias Mega, por estas joyitas, tuyas. Un beso
Variación 6: En realidad hijo mío, los árboles son unos pretenciosos a los que les gusta presumir de que se pueden quedar calvos y les vuelve a crecer la melena.
ResponderEliminar(lo único invariable es la respuesta a tu variaciones)
Rafa, eso si es que llega, que está por ver. ;-P
ResponderEliminarUn beso
Olga, la sabia naturaleza es pura savia, ciertamente. Abrazos
Eva, ni que lo digas. De modestia y contención (¿o debería decir resignación?) Un beso
Nano, jaja, y quién fuera árbol... A mí me da que no viven tan mal. Beso
Mega, inevitable participar.
ResponderEliminarVariación 7: En realidad la desnudez es un árbol cuyas hojas dejaron de ser sabias por soberbia.
Un abrazo ufano.
Sergio Astorga
Sergio, qué bueno. Me encantó tu variación. Besos
ResponderEliminarSiempre vengo de puntillas, pero hoy te diré que los árboles conocen el secreto último de la vida, la aceptación de la muerte y la renovación en el ciclo continuo. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Marisa. A mí también me parece que ellos son ejemplo de vida y de muerte. De saber vivir y morir. Me alegra que te decidieras a comentar. Un abrazo
ResponderEliminarvariación 8-la desnudez que luce el árbol no le exime de su inmenso poder cuando se alía con otras fuerzas naturales recordándonos que en realidad somos casi nada.
ResponderEliminarBeso leñoso.
Bambú, en Moquehue, en la Patagonia argentina, tuvimos la fortuna de poder contemplar hermosísimos pinos pehuenes (en mapuche) o araucarias (en español), una especie arbórea que carga sobre sus espaldas 1000 añitos de antigüedad. Ahí es nada.
ResponderEliminarBesazo
Lo que más me gusta de tus micros es su luminosidad....
ResponderEliminarFelicitaciones